El científico Jorge Wagensberg, muestra una banderilla durante su comparecencia en el Parlament. | ANDREU DALMAU

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La primera sesión de la comisión del Parlament para debatir la prohibición de las corridas de toros en Cataluña puso ayer de manifiesto la falta de convergencia en los argumentos de los ponentes.
La treintena de ponentes convocados -entre toreros, filósofos, escritores y científicos- dispondrán de dos jornadas más para intentar convencer a los parlamentarios de que apoyen o no la prohibición de las corridas en Cataluña.
La plataforma PROU planteó en una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) la prohibición de las corridas, que fue aceptada a trámite por la cámara catalana el pasado diciembre.
Entre las filas antitaurinas, destacó la exposición del filósofo Jesús Mosterín, que abogó por la prohibición de los toros en la comunidad y rechazó que las corridas se defiendan como una tradición. En un discurso agresivo, Mosterín consideró indefendibles las corridas y calificó el toreo de «costumbre primitiva», situando el trato al animal al mismo nivel que la ablación de clítoris, la violencia de género y la lapidación.
Instrumentos de tortura
Por su parte, el científico Jorge Wagensberg entró a matar en su exposición anticorridas al mostrar los instrumentos utilizados en la lidia: la puya, «que destroza los músculos y le impide (al toro) levantar la cabeza», las banderillas o «la espada cuya punta busca el corazón, atravesando los pulmones».
«¿Estos instrumentos provocan dolor? Claro que lo provocan», subrayó el director del Cosmocaixa, que ve inadmisible un espectáculo basado en el sufrimiento de un animal.
El apoderado del torero José Tomás, Salvador Boix, ofreció un vehemente alegato en favor de los toros, en el que criticó la «hipocresía» de la iniciativa legislativa que quiere «aniquilar la tauromaquia» en Cataluña y pidió a los diputados catalanes que se levante «el sitio a las corridas» y se deje «morir en paz a la Fiesta».