El buen tiempo ha permitido que los palmesanos salgan a la calle a disfrutar del Día de Sant Jordi. | Teresa Ayuga

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«Tenemos un pacto con Sant Jordi para que no llueva en el Dia del Llibre», confesaba bromeando ayer Francesc Moll, presidente del Gremi de Llibreters. Algo puede haber de cierto en tal afirmación, puesto que el sol que ayer iluminó la Isla sorprendió a muchos y calmó los nervios de libreros y lectores, que se habían acostado el jueves entre lluvias.
Finalmente, el buen tiempo volvió a acompañar al día de libros y rosas, que este año contó con invitados de excepción, aunque fuera en formato de cartón recortado: las imágenes de escritores con Josep Pla, Carme Riera, Albert Camus o Thomas Mann, dispersas por el centro de Ciutat, sorprendieron y acompañaron a los paseantes.
Puesto que Sant Jordi coincidía con día lectivo, escuelas e institutos se lanzaron a la calle por la mañana, 'invadiendo' la ciudad. Los más entusiastas fueron los pequeños, para quienes comprarse un libro llega a ser una auténtica fiesta. Salieron de casa de buena mañana con diez o quince euros en el bolsillo para gastar en literatura. Laura, Aina y Marta gastaron su 'paga extra' en el mismo título, Patito feo. «Leerlo es súper 'guai' y divertido», afirmaron, constatando que los menores figuran entre los lectores más entusiastas. Sus amigos Ismael y Xavi se decantaron por cómics de Batman y Star Wars. Las aventuras ilustradas de Gerónimo Stilton y Junie B. Jones también figuraron entre los favoritos de los pequeños.
En cuanto a los adultos, este año no hubo ningún Larsson o Dan Brown que arrasara en ventas. Esto no implica que la jornada no tuviera un ganador: En la ciudad sumergida, de José Carlos Llop, una obra ambientada en Palma, encabezó el ránking.
En castellano también triunfaron El tiempo entre costuras, de María Dueñas; El hipnotista, de Lars Kepler; La hija de Robert Poste, de Stella Gibbons; El asedio, de Arturo Pérez Reverte, y el conjunto de la obra de Miguel Delibes, recientemente fallecido. En catalán se llevó la palma Sebastià Alzamora con Miracle a Llucmajor, que incluso se agotó en algunos puestos de venta. Vicenç Villatoro (Tenim un nom), Xavier Bosch (Se sabrà tot) y Llucia Ramis (Egosurfing) cosecharon buenas ventas.
Los políticos fueron fieles a la tradición del maratoniano 'photocall literario', recorriendo las paradetes instaladas en la Plaça de Cort y Major. El president Francesc Antich, que ayer compró Miracle a Llucmajor y se mostró muy interesado en la literatura sobre la Guerra Civil, recordó que la lectura «consigue hacerte olvidar el día a día, cosa que a veces es necesario, y además es una ventana al mundo». Coincidiendo con Antich, muchos políticos recomendaron las obras de Alzamora, Villatoro y Llop. A falta de cifras concretas, Francesc Moll apuntó que el día comenzó con buenas ventas y se anticipa una subida de facturación. La crisis, ausente. Un buen indicativo es que, en algunas de las treinta paradetes repartidas por Palma, se agotaron las rosas que se obsequian con la compra de libros.
Como cada año, Sant Jordi sorprendió a muchos turistas que no esperaban ver el centro de la ciudad invadido de literatura. A alguno le explicaron que este fervor por los libros no se vive cada día, por más que ayer el conseller de Cultura, Bartomeu Llinàs, se felicitara porque las encuestas de su departamento detectan que cada año se lee más. Cierto o no, ayer quedó claro que hay días en que las letras mueven multitudes. Por el contario, la amenaza de lluvia pasó factura en el día de Sant Jordi en la Part Forana, que notó una clara disminución de afluencia de público respecto a años anteriores. La peor parte se la llevó Inca, donde la celebración de las actividades previstas para el día del libro se suspendieron. El cielo encapotado y las lloviznas que azotaban Inca al principio de la jornada hicieron desistir a los libreros, que se negaron a trasladarse al Convent de Sant Domingo y acordaron, por unanimidad, traspasar la fiesta al próximo martes 27 de abril