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Varios ataques y atentados perpetrados hoy en Bagdad y en otros lugares de Irak causaron al menos 66 muertos y dos centenares de heridos, en la jornada más sangrienta que se vive en el país árabe en lo que va de año.

La ola de violencia estalló en un momento delicado para la vida política del país, porque persiste la incertidumbre a la espera de que se confirmen los resultados de las elecciones legislativas de hace más de dos meses.

El ataque más grave de los perpetrados hoy se produjo en la ciudad de Hila, 100 kilómetros al sur de Bagdad, donde 36 personas perecieron y más de un centenar resultaron heridas por tres explosiones en un estacionamiento.

Fuentes del Ministerio iraquí del Interior dijeron a Efe que primero estallaron dos coches-bomba cuando salían del trabajo varias decenas de trabajadores de una empresa de tejidos, en cuyo aparcamiento estaban colocados los artefactos.

Cuando los equipos de rescate acudieron al lugar para auxiliar a las víctimas, un terrorista suicida hizo detonar un cinturón de explosivos adosado a su cuerpo.

La jornada había comenzado hoy ya de modo sangriento por una cadena de ataques a cinco controles de la Policía y del Ejército.

Algunos de esos ataques, poco antes del amanecer, fueron cometidos por desconocidos armados con pistolas con silenciador, un hecho inusual en Irak.

Además de esos ataques con pistolas, varios artefactos estallaron en distintos puntos de Bagdad.

También hubo ataques en Faluya, al oeste de Bagdad; en Baquba, capital de la provincia central de Diyala, en el área de Tarmiyah, al norte de Bagdad; en Abu Graib, al oeste de capital, y en la ciudad norteña de Mosul.

Ningún grupo reivindicó inmediatamente la autoría de estos atentados y ataques armados, aunque algunos de ellos llevan el sello de Al Qaeda, que recientemente perdió a sus dos figuras más importantes en Irak, Abu Ayub al Masri y Abu Omar al Bagdadi.

Los dos líderes terroristas más buscados fallecieron el pasado 18 de abril en una operación conjunta del Ejército de Irak y de EEUU.

Pero, cinco días después, Al Qaeda en Irak demostró que seguía con fuerza y causó 61 muertos y más de un centenar de heridos en una serie de atentados en Bagdad y en la ciudad central de Ramadi.

La jornada de violencia se registró mientras Irak vive pendiente de que se confirmen los resultados de las elecciones legislativas del pasado 7 de marzo, clave para la consolidación institucional de este país a partir del derrocamiento del dictador Sadam Husein en 2003.

Aunque han pasado más de dos meses desde esa votación, todavía no se ha podido instalar el Parlamento porque se está haciendo un recuento de los votos de la provincia de Bagdad, la mayor del país.

Este recuento fue pedido por la coalición del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, que quedó en segundo lugar en las elecciones, que fueron ganadas por una alianza entre dirigentes chiíes laicos y políticos suníes, encabezada por el ex primer ministro Ayad Alaui.

La Comisión Electoral iraquí calcula que este recuento, que comenzó el pasado día 3, puede que termine a finales de esta semana.

Cuando quede instalado, el Parlamento debe designar un nuevo presidente, con menos funciones ejecutivas que el primer ministro, y de la nueva Asamblea Legislativa debe surgir la coalición política a la que el jefe del Estado encargará la formación del gobierno.

Esta semana, las dos principales plataformas chiíes, el Estado de Derecho, de Al Maliki, y la Alianza Nacional Iraquí (ANI), anunciaron la constitución de una coalición para la formación del próximo gobierno.