Los jugadores del Mallorca celebran junto a su entrenador, el danés Michael Laudrup (3i), el gol conseguido por el centrocampista uruguayo Chori Castro ante el Valencia. | Efe

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Con los números en la mano, Mestalla ha sido el estadio más esquivo para el Real Mallorca en la pasarela de Primera División. Sin embargo, en el último tramo de su historia, el equipo isleño ha endulzado la estadística. Con la victoria de ayer, habrá logrado los dos únicos triunfos de su existencia en la máxima categoría -más un empate- en sus cuatro últimas visitas, pero en apenas dos años naturales. Globalmente, en sus 24 visitas, ha obtenido dos victorias y seis empates, doblando la rodilla en dieciséis ocasiones.

Además, el bloque bermellón también pudo romper el maleficio que le persigue a domicilio, donde acumulaba cerca de medio año sin facturar los tres puntos. De hecho, desde aquel 2 de mayo (1-3 en San Mamés) hasta la victoria de ayer, el Mallorca había perdido en Coruña (1-0) en el último desplazamiento de la anterior campaña; Gijón (2-0), Bilbao (3-0) y empató en el Camp Nou (1-1).

Ante los grandes

La victoria mallorquina confirma al grupo balear como uno de los azotes de los equipos grandes. De hecho, ya se ha enfrentado a Real Madrid, Barcelona y Valencia, los equipos que han liderado la categoría, y ha salido con una sonrisa de los tres duelos. Ante el conjunto blanco, en el estreno liguero, cumplió y supo contener a la escuadra de Mourinho.

Frente al temible Barça, en el Camp Nou, aguantó la avalancha azulgrana del primer tiempo para sorprenderle con un testarazo notable de Emilio Nsue que dejó sin respuestas al equipo dirigido por Pep Guardiola. Incluso el Mallorca dispuso de alguna ocasión para haber reventado el coliseo blaugrana. Y ayer, frente a un Valencia que hasta la semana pasada no había sufrido ninguna derrota, volteó de nuevo la lógica con una victoria de órdago que le devuelve una porción notable del crédito perdido el pasado domingo, en Son Moix, ante el Espanyol. El conjunto balear tardó más de dos décadas en facturar algún punto de las catacumbas del recinto ché. Después de cinco visitas para el olvido, incluyendo un humillante 7-2 en la temporada 1962-63, el Mallorca festejó sus primeros puntos en la temporada 1983-84 (2-2) y tres años más tarde 1987-88 (1-1). En las cuatro siguientes visitas, el equipo rojillo alternó derrotas mínimas con empates.

Posteriormente, Mestalla se convirtió en un estadio inabordable y las goleadas se transformaron en habituales.
Perdió 3-0 (98-99), 1-0 (99-00) y 4-0 (00-01), logró un empate en la campaña 01-02, para encadenar una racha nefasta. Era capaz de ganar en el Bernabéu, San Mamés, Vicente Calderón o Camp Nou, pero caía desplomado sin remisión cada vez que merodeaba por la Avenida de Suecia. Golpeado en la 2002-03, fue sonrojado unos meses después (5-1) y en las tres siguientes visitas.

De repente, la magia de Daniel González Güiza lo alteró todo. Acabó con más de medio siglo de frustraciones. Con el Mallorca cotizando al alza y el jerezano porfiando por el Trofeo Pichichi, el grupo balear conquistó por primera vez la cima de Mestalla con un histórico 0-3. Ayer, dos años y cinco meses después, llegó la segunda.