El conseller de Justicia de la Generalitat, Germá Gordó, durante la primera reunión del gobierno catalán que se celebra en el Palau de la Generalitat este martes, tras el paréntesis estival, a un mes para las elecciones autonómicas del 27-S y tras la polémica por sus declaraciones sobre la idea de incluir en una Catalunya independiente a las comunidades limítrofes | Efe

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El conseller de Justícia de la Generalitat, Germà Gordó, ha desatado la caja de los truenos al afirmar que la nación catalana «no será completa» sin la inclusión de Balears, el Pais Valencià y la Franja de Aragó. En la capital le han puesto literalmente a caer de un burro. En Mallorca, medios nacionalistas afirman que «se le fue la mano en el ambiente de hermandad lingüística de la Universitat d'Estiu de Prada», pero reconociendo que «los independentistas catalanes llevan tiempo tomándose muy en serio cuál será el futuro de Balears y la Comunitat Valenciana» si ellos consiguen esta hipotética, y para muchos quimérica, independencia.

De hecho, la cuestión de los Països Catalans aparece en el borrador de Constitución catalana que tienen preparada, sobre todo el elaborado por Esquerra Republicana de Catalunya, que tuvo un amplio debate interno sobre la cuestión hace aproximadamente un año y medio en la que participaron dirigentes mallorquines del partido, como Joan Lladó.

Por su parte, la postura de Convergència respecto a Balears no ha variado mucho de lo afirmado por Jordi Pujol a finales de los años 90 en un discurso pronunciado en Lluc: «Compartimos futuro y amenazas; en este sentido, somos un solo pueblo. Vayamos cada uno por nuestro lado y ya nos encontraremos».

Tanto Convergència como Esquerra tienen claro, según su perspectiva, que un hipotético secesionismo balear o valenciano «sólo puede ser producto de una profunda decisión interna hoy por hoy imposible». No son estúpidos y saben que la mayoría de sus poblaciones no lo aceptarían de ningún modo y que «habrá que esperar varias generaciones para que sea factible».

¿Qué harán mientras tanto los independentistas del Principat? Tratarán de impedir el arrinconamiento de la lengua catalana en estas dos comunidades. ¿Cómo? La clave está en que la hipotética Constitución catalana «reconozca la doble nacionalidad a valencianos y baleares, con derecho a ser candidatos en Catalunya si así lo deseasen, o darles directamente la nacionalidad si no hubiere entendimiento con Madrid», afirman fuentes de Esquerra Republicana en Balears. Buscarían así una protección legal de los baleares bilíngües «para que no se sintiesen cohartados caso de que el proceso catalán vaya adelante dentro de la Unión Europea».

La doble nacionalidad o a la nueva nacionalidad se concedería por derecho de nacimiento o más de diez años de residencia en Balears (Ius soli, derecho de suelo), con independencia de que el interesado sepa o no sepa catalán y cuáles sean sus orígenes anteriores.

De hecho, la situación de los isleños, levantinos y de la franja de Aragón sería para una quimérica Catalunya independiente, «parecida a la de los irlandeses del Norte, que son súbditos de la Corona británica, pero que tienen enormes facilidades y derechos si quieren acceder a la nacionalidad de la República de Irlanda».

De hecho, ERC «se ha mirado hasta la última coma la legislación irlandesa para adaptarla al borrador de la hipotética carta magna catalana». Sectores nacionalistas baleares reconocen que «es un proceso muy complejo y difícil. Una cosa son las afinidades culturales o lingüísticas que tenemos y otra construir un nuevo Estado. La mayoría de baleares no lo aceptaría. Y los valencianos menos».

En todo caso,Germà Gordó la ha liado parda por su teoría de la «nación completa, restando más que sumando en este proceso». Los independentistas catalanes admiten vía lenta, de décadas, para isleños y levantinos, «pero con derecho a pasaporte para la minoría que tenga más prisa».