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El comentario sonaba ayer como un eco de boca en boca en los bajos de la iglesia, «la magia». «La magia» debe tener algo que ver en el hecho de que Miquel Cloquell se imponga como vencedor absoluto en el concurso de calabazas. Ya ganó en 2011 en la modalidad de calabaza foránea pero esta vez se ha llevado también el premio gordo de la calabaza autóctona. ¿Les suena su apellido? Sí, es el padre del mago Cloquell.

La calabaza es el principal atractivo de la feria de Muro y el pesaje de los distintos ejemplares lo más vistoso de una jornada que por lo demás no dista demasiado del resto de ferias con sus puestecillos de venta, su fruta y verdura, sus atracciones infantiles, etc.

La ‘culpa’ de la vistosidad del concurso es de un grupo llegado hace tres años de Sant Feliu de Colines, en Catalunya. Sus calabazas eran tan impresionantes que dejaron una buena muestra de sus semillas en el Ajuntament así que desde entonces las calabazas gigantes tienen asegurada su presencia en la feria.

No es oro todo lo que reluce y son muchos los que ven peligrar la supervivencia de la variedad autóctona así que en el concurso hay dos categorías. Cloquell se impuso con sus calabazas de 216 y 98 kilos en las dos categorías, foránea (la gigante) y local.