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Núñez Feijóo se perfila, a juicio de una mayoría de expertos cuya opinión he podido leer o consultar estos días, como el más probablemente encargado por el Rey para tratar de formar gobierno, aunque esté lejos de poder lograrlo. Otra cosa, que el Monarca encargase esta tarea en primer lugar a Sánchez, abriría un precedente peligroso y desgastaría al jefe del Estado ante los sectores que más le apoyan. Sí, es dura la decisión que el Rey deberá tomar a partir de este martes: ¿encargar la formación del Gobierno a Núñez Feijóo, que ganó las últimas elecciones, o a Pedro Sánchez, presumible vencedor en las poselecciones gracias a los apoyos con los que piensa que contará? La Constitución se queda coja ante esta pregunta.

Cuando Felipe VI, tras haberlo hecho este lunes con los grupos menores, se entreviste este martes, por separado, con cada uno de los dos máximos protagonistas de la política de la nación tendrá que tener en cuenta que estos apoyos de los que Sánchez presume, pienso que con bastante probabilidad de conseguirlos, no tiene la seguridad aún de tenerlos atados. Entiendo que el Rey no recabará directamente los testimonios de Junts, ni de ERC, ni de Bildu, ni del Bloque Galego, que, en aras de su republicanismo, rechazan acudir a La Zarzuela. El jefe del Estado no podrá, piensa una mayoría de los consultados, actuar solamente según lo que le cuente Sánchez, que está aún en plenas negociaciones con los separatistas catalanes en torno a cuestiones tan delicadas como la amnistía ‘generalizada’ a los implicados en el ‘procés’ o el referéndum secesionista.

Por eso, en mi opinión, el jefe del Estado tendrá que encargar someterse a la investidura en primer lugar al presidente del Partido Popular, que ganó al PSOE en escaños y en votos hace un mes. Sabiendo todos, claro, que Feijóo no podrá alcanzar la mayoría suficiente para llegar a La Moncloa, y que entonces se pondrá en marcha el reloj infernal cuyos tictacs los controla una persona: Carles Puigdemont.