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Tener una casa, alquilada o en propiedad, siempre ha sido un deseo compartido por gran parte de la sociedad. ¿Quién no ha soñado con tener un piso al que irse a vivir, solo o con la pareja; con comprar una vivienda en la que formar una familia...? Sin embargo, en los últimos años estos asuntos –en su día muy ilusionantes– han pasado a convertirse en una auténtica pesadilla. Los jóvenes de las Islas tienen que dedicar el 98,4 % de su sueldo a pagar el alquiler si quieren independizarse. Comprar no es más fácil, ya que a los elevados precios –de los más altos de España– hay que añadir la escasa oferta disponible en el mercado.

La vivienda también se ha convertido en un mal sueño para los que ya tienen un hogar. Muchos de los que viven de alquiler están sufriendo como los propietarios se niegan a renovarles el contrato porque necesitan el piso para sus hijos o prefieren destinarlo al alquiler turístico. Los hipotecados a tipo variable han visto como las cuotas mensuales se han disparado; esto les ha obligado a prescindir de vacaciones y cenas, entre otros ‘lujos’ que han dejado de estar al alcance de sus bolsillos.

La situación también es complicada para aquellos que ya tienen sus inmuebles pagados, ya que el riesgo de que sean okupados es una realidad en las Islas. Esto está destrozando la vida de muchas personas, que con su esfuerzo compraron una vivienda y, de repente, han visto como no pueden acceder a la misma. Sobre este asunto hay múltiples historias: desde familias que al volver de vacaciones o del hospital han visto su casa okupada, a propietarios que la han alquilado para poder hacer frente a otros gastos (el pago de la propia hipoteca, los estudios de los hijos, la nómina de una persona que los cuide...). Sin lugar a dudas, el tema de la vivienda en Baleares provoca muchos desvelos.