Carles Aleñá, centrocampista del Getafe, durante una sesión de fotos del club azulón. | Getafe CF

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Si Bordalás quiere, Carles Aleñá Castillo (Mataró, 1998) jugará el sábado por tercera vez en Son Moix. El catalán es uno de los futbolistas a los que el entrenador alicantino recurre con más frecuencia para armar el centro del campo de un Getafe que, como el equipo que tendrá enfrente, no termina de levantar los pies del suelo. Criado en la cantera del Barça e internacional en categorías inferiores, en su biografía apenas existen conexiones con el Mallorca más allá de un puñado de enfrentamientos directos. Sin embargo, el apellido que luce en la camiseta no es ajeno al club balear. Su padre, Francisco Aleñá Jiménez (Mataró, 1964), fue jugador del filial bermellón en la década de los ochenta. No llegó a derribar la puerta primer equipo, pero dejó buenas referencia durante la temporada que vistió de rojo y negro.

Aleñá padre, que como futbolista nunca alcanzó la Primera División en la que se expande la carrera de su hijo, formó parte de la plantilla del Mallorca Atlético en la campaña 1986-87. Mientras los mayores fantaseaban con entrar por primera vez en Europa —un sueño del que solo le privó aquel extraño playoff que solo duró un año— él y sus compañeros del filial luchaban por mantenerse a flote en una Segunda B concentrada en un único grupo.

Delantero de buena planta, Francisco Aleñá compartió caseta con un montón de jugadores que al mallorquinismo le resultarán familiares. Miquel Ángel Nadal, (que en esos meses daba el salto al primer equipo), Manolo Molina, Tomeu Obrador (padre del madridista Rafel Obrador), Tomàs Gibert, Toni Pastor, Juan Fortunato, Jaime Salas, Jacinto Villalvilla, Tomeu Pascual, Toni Cazorla o los prometedores Marcos Martín y Pedro del Campo fueron algunos de sus compañeros de viaje.

El padre del centrocampista del Getafe tuvo mucha continuidad sobre el terreno de juego y en un solo ejercicio acumuló 41 encuentros sumando los de una Copa del Rey en la que el Mallorca Atlético llegó a cuartos de final, donde le detuvo en seco la Real Sociedad de John Benjamin Toshack. Fue titular en la mayoría de partidos y el máximo goleador del vestuario gracias a una docena de tantos.

Francisco Aleñá, en un partido con el Lleida durante su etapa como futbolista.

Francisco Aleñá aterrizó en Mallorca con 22 años procedente del Sant Andreu y lo que consiguió en el filial le valió para jugar un año después en Segunda con el Xerez. Fue la siguiente escala de una trayectoria con múltiples paradas que continuó en Pontevedra, Lleida, Jaén, Elche, Andorra o Palamós, siempre con la categoría de plata como cota máxima.

Esa trayectoria de Francisco Aleñá ha supuesto una valiosa guía para Carles, que gracias al fútbol que almacena en las botas ha ido encontrando en Getafe la estabilidad que le faltó cuando accedió al primer equipo del Barça o cuando empezó a independizarse en el Betis. Hace poco superó su primer centenar de partidos oficiales con el conjunto azulón y si aprovecha los consejos de su padre seguro que sabrá disfrutar del camino.