Biel Mulet Panizza debuta en la narrativa con ‘La trama Schäfer’

Mulet Panizza confiesa que la escritura de su primera novela «no es algo que haya ocurrido de un día para otro, hace unos 15 años que estoy trabajando en ella», cuenta, aunque matiza: «En principio no había intención alguna de publicarla, ni mucho menos, era un ejercicio creativo que iba a ser para mí, pero cuando ya tuve suficiente material lo revisé y me di cuenta de que había algo, de que podría ser una novela». Así, contacto con varias editoriales hasta que dio con Media Luna, un sello modesto pero que le atrajo por su línea de lanzar a «talentos emergentes». Así es como vio la luz La trama Schäfer, que «estará en menos de los lectores y dejará de ser solo mía» este mismo mes. Y aunque habrá también una presentación en Palma, solo puede avanzar que será «después de las fiestas de Semana Santa».

Suspense

Sobre La trama Schäfer, es una novela negra, un «género que me gusta muchísimo», confiesa, cargada de «suspense» y que sumerge al lector en la corrupción del sofisticado mundo del arte. Con un ritmo trepidante, personajes carismáticos, el manejo del diálogo y la recreación detallada de diferentes ambientes, el argumento sigue los pasos de Maximillian Herbert Kokoschka, director del semanario digital ArtWatching. A partir de la publicación de varios artículos periodísticos, el protagonista iniciará una investigación contra la delincuencia organizada, adentrándose en el mundo sórdido y desconocido del tráfico ilegal de arte contemporáneo.

El periodista, de hecho, se mueve en tres escenarios, Mallorca, Viena y Berlín, y la acción transcurre justo antes de la pandemia del coronavirus. «Quería que fuera un antihéroe, con problemas reales, un trabajo, una vida como todo el mundo, que se ve atrapado en una encrucijada y al borde del abismo», cuenta Mulet Panizza.

El autor reconoce que fue «todo un reto» enfrentarse al lanzamiento de su primera novela. Espera que, al menos, «guste» y quién sabe «si La trama Schäfer podría desencadenar en una saga». «La última palabra, como en todo, la tienen los lectores, quienes al final serán los que dicten su propia sentencia», concluye.