El movimiento de los 'Cursillos de cristiandad', fundado por
Eduardo Bonnín en 1944, tiene desde el viernes pasado un nuevo y
joven presidente seglar, Jesús Valls, de 28 años. Al tratarse de un
movimiento diocesano, recibió el nombramiento de parte del obispo
Teodor Úbeda. «Nuestro movimiento, mediante un método propio, trata
de despertar en las personas lo esencial cristiano», señaló Valls,
añadiendo: «Pueden venir a los cursillos todas las personas que
tengan un mínimo de disposición. Y en especial deberían venir
quienes tienen una fuerte personalidad, quienes entienden que la
amistad es el mejor método para transmitir un mensaje que queremos
que llegue a todo el mundo».
La finalidad de los cursillos es clara: «Que nadie viva sin
saber que Dios le ama. Este conocimiento procura el sentido de la
vida». «La naturaleza de los cursillos no es académica, es una
cátedra de testimonio», continuó Valls, «pensamos que el
cristianismo es un estilo de vida, no un conjunto de ideas».
Para Valls, Dios está mucho más cerca de nosotros de lo que a
menudo solemos creer: «La verdad de Dios es como una voz silenciosa
que guarda el sentido de nuestra vida y se pierde en el tiempo ante
nuestra indiferencia». ¿Es necesaria la fe para vivir?, «yo diría
que sí, lo que más nos interesa no lo podemos saber. La fe no es
creer en lo que no se ve, sino algo que nos ayuda a dar un sentido
a lo que se ve. En otras palabras, sería creer que detrás de lo que
yo busco está lo que yo espero», afirmó Valls.
El nuevo presidente de 'Cursillos de cristiandad' consideró
importante señalar la diferencia entre fe y religiosidad: «La
religiosidad es lo que los hombres han hecho para acercarse a Dios.
La fe es creer en lo que Dios ha hecho para acercarse al hombre».
«Despertar la fe en lo esencial cristiano: la resurección de Jesús.
Esto es lo que pretendemos», añadió, «no hay que pensar sólo en el
día que viene después de la muerte. Nuestra fe consiste en creer
que más allá de nuestras posibilidades está la fuerza que le dio
origen. Por eso Jesús, sin sacarnos de nuestra normalidad, de
nuestro día a día, se convierte en una presencia acompañante en
nuestras vidas».
En los cursillos «no se trata de extraer a nadie de su ambiente
para realizar una actividad cristiana, sino, más bien, de lograr
que esa actividad cristiana la viva cada persona en su familia, en
su trabajo», prosiguió Valls. En cuanto a los objetivos de su
presidencia, destacó: «Pretendo que este mensaje cristiano llegue
al mayor número posible de personas».
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