Rosalía durante la grabación de su videoclip 'Despechá' en la playa de el Portitxol. | Julián Aguirre

TW
5

Rosalía lo ha vuelto a hacer. La artista catalana estrenó el pasado miércoles el videoclip de la canción Despechá, uno de los hits de la temporada de sol y playa, impulsado por el recorrido previo en redes sociales como TikTok o Instagram donde el tema y su coreografía ya estaban causando furor. Mallorca ha sido el enclave elegido para inmortalizar las imágenes de la que para muchos ya es la canción del verano. La artista aprovechó los días previos a su concierto en Mallorca para llevar a cabo la grabación, concretamente en la playa de s'Areneta en el Portitxol.

En poco más de dos minutos, la catalana no solo ha conseguido lanzar al mundo la canción del verano sino, también, situar en el mapa internacional uno de los rincones con más historia de la Isla. En menos de 48 horas, las imágenes filmadas en el Portitxol ya cuentan con casi ocho millones de reproducciones en Youtube. La Rosalía más costumbrista que se había visto hasta el momento hace una radiografía de lo que es para la mayoría de mortales el verano: meriendas de patatilla y berberechos, guerra de pistolas de agua, cuerpos alejados de los cánones de belleza y señoras mayores abanicándose en sus sillas.

Pero antes de Rosalía, el Portitxol ya tenía una historia escrita que quizá hasta la llegada del artista a su playa muchos desconocían. En este artículo te contamos algunas curiosidades del enclave que aparece en la canción de moda del verano. El vídeo de la artista se grabó en el Molinar, un barrio obrero y marinero en la bahía de Palma, a unos cuatro kilómetro de Ciutat, y que, hoy en día, cuenta con unos 8.000 habitantes. Pertenece al término de Palma y limita con Can Pere Antoni por el Portitxol (Torrent d'en Barberà), con el Polígono de Llevant y Son Malferit por la autopista de Llevant y con el Coll d'en Rabassa por el Torrent Gros.

El nombre de la barriada viene dado de la gran cantidad de molinos que había en la zona durante el siglo XIX y principios del siglo XX, que desaparecieron con el avance de las técnicas de moler, los cambios en el modelo de producción y la ampliación de la carretera de Llucmajor, si bien todavía se conservan dos frente a la playa de Can Pere Antoni. Los molinos de agua del barrio, en cambio, aunque también son abundantes, nada tienen que ver con el topónimo, dado que son muy frecuentes en todo el Prat de Sant Jordi.

Noticias relacionadas

Los orígenes del Molinar se remontan a finales del siglo XVII, cuando se construyó la ermita de San Onofre. El barrio surgió en torno a los molinos cuando se empezaron a hacer las primeras casas, junto con unas primeras residencias de veraneo. En 1855 se construyó un oratorio, dedicado a la Mare de Déu del Remei, que fue vendida en 1928 cuando se inauguró un nuevo templo, proyecto de Guillem Forteza, declarado Monumento Local de Interés Histórico-Artístico en 1974, que en 1934 se constituyó en parroquia.

El núcleo residencial nació con un carácter marinero muy marcado, con un peso importante también de los artesanos. Por otra parte, también se establecieron una cantidad importante de industrias, principalmente del sector energético (gas, petróleo y electricidad). Todo ello dotó al barrio del Molinar de un carácter obrero muy marcado, que propició el inicio de la organización del movimiento obrero. Durante la Segunda República, el Molinar fue uno de los principales feudos del Partido Comunista de España, lo que comportó que, después de la guerra, fuera un barrio que sufrió fuertemente la represión franquista: la noche de Reyes de 1937 fueron asesinadas cinco mujeres del Molinar a consecuencia de dicha represión, conocidas como las 'Roges del Molinar'. La más conocida de ellas era Aurora Picornell, conocida como «la Pasionaria de Mallorca», una de las líderes del Partido Comunista en Baleares, hoy en día en el paseo puede encontrarse un busto en su honor.

El carácter obrero del barrio se alargó durante la posguerra, con la llegada de inmigración española y de la Part Forana de la isla, pero después del boom turístico de los años sesenta la actividad principal pasó a ser el turismo y el barrio tomó un carácter residencial o de segunda residencia, aunque todavía está vivo el sentimiento de barrio y de clase obrera entre los nativos.

barrio el molinar portixol gente paseando buen tiempo en diciembre
El paseo del Molinar es uno de los lugares más visitados.

Durante el siglo XX, el Molinar ha tenido que hacer frente a muchas iniciativas especulativas que pretendían sacar provecho económico haciéndolo crecer poblacionalmente en detrimento de perder carácter de barrio que siempre ha tenido. Por una parte se aprobó y llevó a cabo el proyecto de enlace con la autopista, como también se desarrolló el proyecto, finalmente no aprobado, de ampliación del puerto de El Molinar. Ya entrados en el siglo XXI, han estado más presente que nunca las luchas contra la especulación inmobiliaria, protagonizadas por la urbanización de Son Bordoy, aprobada en 2018 y que suponía la construcción de 750 viviendas nuevas en el barrio en una zona de huertos, que finalmente no se llevó a término después de que surgieran acusaciones de un posible caso de corrupción y que, finalmente, una promotora del proyecto quebrara.

La lucha contra estas iniciativas de convertir el Molinar en un barrio desnaturalizado fue encabezada por plataformas locales como Salvem es Molinar o Al Molinar Port Petit, así como por asociaciones de larga trayectoria de defensa del territorio como el GOB. A pesar de los años, el Portitxol consigue mantener su esencia. Quizá es eso lo que hace que sea un lugar que atrae a tanta gente, incluso a la propia Rosalía.