Las dos acusadas, hija y madre, junto al traductor de alemán, ayer en Vía Alemania.

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El juicio contra una falsa esteticista, de nacionalidad eslovaca y que actuó en un centro de Santa Ponça, por estropear la cara a una mujer entre 2007 y 2010 quedó este martes visto para sentencia después de que el tribunal escuchase a todas las partes.

La víctima, alemana, ratificó ante el juez que la acusada ofrecía sus servicios en una revista dirigida al público teutón, y así fue como la conoció. «El anuncio decía que podían poner la cara bonita estirando la piel con hilos aptos y solo lo podía hacer ella, que era una especialista», explicó.

La afectada relató cómo fue su relación con la acuasada. «En Eivissa, en 2007, me inyectaron algo en las mejillas y barbilla. En 2008 me mudé a Colonia y allí me comentó que había que hacerme un tratamiento más fuerte», comentó. En Alemania la presunta esteticista utilizó otros métodos. Le practicó una segunda implantación subdérmica. Al año siguiente, y ya en Santa Ponça, donde la víctima estableció su residencia, estrecharon lazos. En los meses siguientes, hasta el verano de 2010, siguió el tratamiento con inyecciones y nuevas implantaciones de hilos. «Un doctor me sacó los hilos de la cara y había mucha pus. Encontró uno de nylon de cinco centímetros de longitud de color azul, que tengo aquí en el bolsillo. Otro médico me dijo que mi cara no tenía arreglo», apuntó. La perjudicada desembolsó 65.000 euros por esos tratatimientos. La procesada, que solo contestó las preguntas de su defensa, rechazando las de la acusación, mantuvo en todo momento que ella no «hacía operaciones» y que el tratamiento de la víctima era solo a base de ácido hilaurónico. «Yo nunca me he anunciado como doctora y tanto en Eivissa como en Santa Ponça solo utilizamos ácido hilaurónico y las cremas», dijo. La Fiscalía pide para la acusada una pena de año y tres meses de cárcel, más de 40.000 de indemnización y la prohibición de ejercer durante tres años cualquier profesión relacionada con la estética.