Batalla de moros y cristianos en Sóller. | Jaume Morey

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Sóller revivió ayer un año más con el tradicional simulacro del Firó, la batalla de los sollerics contra las tropas corsarias de Ulutx Alí, ocurrida el 11 de mayo de 1561, cuando unos 1.700 moros desembarcaron en la costa de Sóller con la intención de cautivar el màximo posible de sollerics i matar a todos los que se enfrentasen a ellos. Han pasado casi 450 años desde estos hechos históricos, pero aún hoy en día los corsarios argelinos lo siguen intentando, aunque cada año, como volvió a suceder ayer se encuentran con la firme oposición de las fuerzas comandadas por el Capità Angelats que se lo impiden y les hacen huir.
El espectacular, y ruidoso, simulacro se celebró ayer una vez más enfrentando cerca de un millar de participantes que desde primera hora de la tarde tomaron parte en las batallas celebradas en el Port y en las calles y plaza de Sóller.
También este año fueron miles los sollerics y visitantes que presenciaron los enfrentamientos que se han caracterizado por la relativa ausencia de incidentes, aunque ya es sabido que este día las normas se suelen transgredir y siempre hay que lamentar alguna borrachera más fuerte de lo aconsejable.
El hecho es que este año había menos armas de fuego inscritas que otros años pero, aún así el ruido estaba garantizado, como siempre. La organización había repartido en esta ocasión unos 9.000 cartuchos de salvas, numerosas tracas y cohetes y, además, había nada menos que 50 quilos de pólvora negra pera las descargas de trabuco y cañón.
El simulacro comenzó hacia las tres de la tarde después de que el capitán Juan Angelats animara a los payeses a defender del ataque corsario la localidad, sus bienes y las vidas de los sollerics, al grito de «¡A la lluita sollerics!» de «En la lucha, sollerics».
La novedad de este Firó era que el capità Angelats estrenaba protagonista ya que por primera vez era encarnado por Bernat Reynés que, después de muchos años, ha sustituido al vetado Joan Socías.
La primera batalla tenía lugar hacia las 17.00 h. sobre la arena de Can Generòs. Allí, se conseguía detener el primer intento de desembarco. Después de varios encuentros entre los bandos enemigos, la victoria definitiva llegaba a la gran batalla de la plaza Constitución cuando eran las nueve de la noche pasadas. Como siempre, la batalla de la plaza fue de gran espectacularidad debido a la gran cantidad de espectadores mezclados con los participantes y acompañantes, todo rodeado de espesas nubes de pólvora, fuego y humo.
Finalmente el capitán Angelats pudo volver ha proclamar la victoria pagesa desde el balcón del Ayuntamiento.