Escribo esta carta debido a la frustración que sentí al leer la noticia de que el Ajuntament de Palma plantará dos mil nuevos árboles en Palma. La noticia es, en principio, positiva, ya que dota de verde a una ciudad que no destaca por sus espacios naturales; nada que objetar en este sentido, pero tiene un pero, y ese no es otro que los árboles en cuestión son de hoja caduca. Y esto tiene varios inconvenientes: por un lado, las hojas caídas ensucian las calles cuando los árboles mudan, lo que sucede principalmente en otoño, y añaden, así, una carga extra de trabajo a los limpiadores de Emaya que ya se las ven y se las desean para combatir la gran suciedad que tenemos en esta ciudad.
El segundo inconveniente es, por peligroso, más importante a mi entender, porque puede tener graves consecuencias que deriven, además, en indemnizaciones que pagaríamos entre todos. Ese no es otro que las hojas caídas en el suelo son un gran peligro tanto para las personas con movilidad reducida como para la gente de la tercera edad que pueden resbalar, llegándose a lesionar.
Pido al Ajuntament, por estos motivos que acabo de desgranar, que se lo piense dos veces antes de plantar árboles de hoja caduca en nuestras calles en un futuro o, por otro lado, tome medidas lo más baratas y eficientes posibles para luchar contra la suciedad (polen incluido) que generan ciertos árboles y el riesgo que suponen para los ciudadanos.