A los mallorquines cuando algo nos asombra decimos hem quedat estorats o como diría una amiga mía ‘estoy alfombrada’.
Asombrada me quedé por no decir ‘alfombrada’ al ver en los periódicos la propaganda a página completa de lo hermosa que va a quedar (según el Ayuntamiento) la calle Nuredduna. Está claro que no hay propaganda sin su correspondiente vídeo con imágenes de felicidad absoluta y acompañado del sonido de cientos de pájaros cantando y trinando.
De golpe tuve un ‘déjà vu’ y recordé, así sin más, aquel gobierno de Jaume Matas y a la señora Mabel Cabrer gastando a mansalva miles y miles y más miles de euros, para machacar a la ciudadanía con propaganda sobre las bondades de un soterramiento del corredor ferroviario que nos traería el metro, más coches en superficie y separaría aún más las barriadas, en lugar del parque que prometieron. Créanme si les digo que no hubo límites.
Hoy, 16 años después, el Ajuntament ‘de progrés’ de Palma hace proclama y saca pecho de que va a gastar 3 millones de euros en un total de 280 metros de calle que es la longitud de Nuredduna, y lo que más me incomoda es que el Sr. Hila estaba en total desacuerdo con esas formas de actuar. ¿De que nos sirve tener una calle de superlujo cuando el barrio de Pere Garau tiene necesidades más importantes? ¿Acaso Pere Garau consta solo de una calle?
Lo que nos venden como felicidad va camino de lo que estamos padeciendo en otros barrios, alquileres carísimos y gentrificación. Qué pena.