Miles de jóvenes estudiantes llevan más de un año metidos en la misma rutina. De clase a casa y de casa a clase. Estudiar. Cumplir con sus responsabilidades de su edad y… nada más. Eso es todo lo que pueden hacer. Les hacemos sentir mal cuando dicen que quieren pasárselo bien. Que quieren salir con sus amigos. Quizá los universitarios lo tienen más ‘fácil’ al poder ir a un bar a tomar una cerveza, pero ¿y los adolescentes? Esa edad en la que vas a sentarte en un banco, a pasar un día en la playa, o a merendar en un parque. No pueden. ¿Sois diez amigos? Os dividís. ¿Uno vive en otro pueblo? No viene.
Están agotados de vivir día sí y día también en un ámbito de estudio. Creo que deberíamos tener en cuenta la edad que tienen y lo que les ha tocado vivir. Entender que no tienen recompensa a todo su esfuerzo.
Seamos más comprensivos con ellos y hagámosles ver que estamos orgullosos de todo su sacrificio y esfuerzo que están poniendo en estos tiempos de pandemia.