Las drogas de ayer y hoy

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Éramos adolescentes de 13 a 16 años que, con la intención de crecer en el círculo ambiental, empezábamos a fumar. Por economía Celtas, otros el Unión de moda. Yo lo dejé, por el sabor que, según la fémina de turno al besarnos, dejaba en la boca. Bebíamos cervezas Cruz Campo, la que había en Sevilla, no se notaba si contenía alcohol, acompañada de frutos secos. Flipábamos al ver fumar ‘maría’ a los legionarios de vacaciones en Sevilla, por el olor que dejaban...

Hoy al ver la foto en Ultima Hora, con las mujeres cultivando el cannabis (dicen que medicinal) en Colombia, me hizo reflexionar: Y que criminalmente complacido, el consumo de las peligrosas drogas está cada día más extendido. Las de diseño están ganando el comercio. Además de la malísimamente empleada, la burundanga o escopolamina, psicotrópica, alcaloide tropánico, generada por especies vegetales, algunas ornamentadas decorativamente en jardines particulares. Sus efectos: alucinógenos, sueño, sumisión, hipertensión, deficiencia respiratoria y cardíacas. Sus efectos son rápidos, entre 3 y 5 minutos, anula la voluntad de quien la ingiere, normalmente con líquidos. Suelen emplearla los violadores e incapaces de conquistar féminas.

Las drogas debilitan el organismo del consumidor, quedando abierto a cualquier contagio, como el coronavirus. Sin olvidar al alcohol, neutralizador de los fármacos.

Con respecto a las personas enganchadas, hace años que pido al Gobierno de turno, que en farmacias se pueda expedir una serie de medicamentos que, mezclados hacen el mismo efecto alucinante de ciertas drogas carísimas, previamente recetados. Es la única forma de eliminar a los narcotraficantes. Claro que el Gobernante debería imponerlo noblemente en farmacias. ¿Será posible?