Con la violencia que están sufriendo los sanitarios, en el metro, autobuses, en la calle y (sobre todo, los de las ambulancias) se les aconseja aprender defensa personal y de paso, un curso de control al paciente agresivo. Estas personas, por reacción al alcohol consumido u otras drogas, llegan a una agresividad extrema, a veces difícil de dominar. En las urgencias y consultas, las exigencias a los sanitarios por exigir bajas u otros conceptos, es exagerada, surgiendo la agresión verbal y física. Hace años que esto crece. Los sanitarios se ven obligados a refugiarse donde pueden y la única arma de que disponen es dominar su mente fríamente y sacar fuerza con paciencia. Pero ojo, alguna persona atacada por otra agresiva, no posee la fuerza suficiente para quitarse de encima a la agresora o agresor... Si la justicia aplicara castigos ejemplares, los violentos o violentas se lo pensarían dos veces.
Yo fui instructor de artes marciales, adaptando las prácticas a la defensa personal y, si había tiempo, dominar con las palabras.
Los alumnos solían ser de hoteles, discotecas, bares, futbolistas, taxistas, conductores de autobuses, algún sacerdote y colegiales. Algunos me contaban como se defendían. Sobre todo las chicas, con varios intentos. Los sanitarios entonces no sufrían ataques como ahora por ser más respetados.
Lo dejé en 1976, cuando estaba profesando en Educación y Descanso en el polideportivo Príncipes de España. Nos llegó la democradura que llamaron democracia. Muchos delincuentes querían aprender a defenderse, (que era atacar). En una ocasión me vi obligado a defenderme de dos energúmenos a los que me negué a enseñarles técnicas disuasorias defensivas marciales. y me intentaron agredir Fue cuando las víctimas, si se defendían eran castigadas.
Hoy, y según como se aplique la ley por el juez de turno, los agresores, son los protegidos.