A día de hoy, agradezco las cejas pobladas y oscuras que heredé de mi padre, pero a los 11 años se convirtieron en un complejo. Desde temprana edad, las mujeres enfrentamos una presión constante para encajar en un estereotipo de belleza inalcanzable.
En la escuela se hablaba de los cambios físicos de la adolescencia, pero nadie abordaba las inseguridades que estos generaban. La aparición de vello en las axilas, las piernas y el rostro nos enfrenta a decisiones complicadas. ¿Debemos aceptar nuestro cuerpo tal como es o seguir las tendencias sociales?
Esta presión no solo afecta a las adolescentes, sino a mujeres de todas las edades que sienten la necesidad de adaptarse a estándares de belleza en constante cambio. Es urgente cuestionar por qué estas normas persisten y a qué costo estamos dispuestas a pagar por la “belleza”.