Nos encanta repetir frases como “uno para todos y todos para uno” para hablar de cooperación y solidaridad. Suena bien, pero en la práctica, ¿no parece que el verdadero lema es: “uno para todos y todo para uno”? Porque, al final, lo que debería ser una lucha colectiva por el bien común termina beneficiando a unos pocos.
Hablamos de solidaridad en los discursos, pero nuestras acciones cuentan otra historia. ¿Cuántas grandes causas hemos visto convertirse en excusas perfectas para que unos brillen mientras otros quedan en la sombra?
Celebramos la unión, sí, pero vivimos en un sistema que premia al más rápido, al más fuerte o simplemente al más hábil para sacar ventaja. Y mientras tanto, olvidamos que los desafíos más grandes no se superan en solitario, sino trabajando juntos, con igualdad y justicia.
Quizás sea el momento de recuperar el verdadero espíritu de los mosqueteros. Seguro que hasta ellos nos echan de menos.