El reciente suceso en el que una mujer fue declarada muerta en el hospital Joan March, pero que después resurgió en el tanatorio de Palma, evidencia la necesidad urgente de revisar los protocolos de salud y defunción. Pese a que la condición de la paciente era grave, el fallo en la certificación de su fallecimiento subraya la necesidad de una comprobación más exhaustiva.
Este incidente, aunque resuelto sin mayores consecuencias gracias a la intervención de los trabajadores del tanatorio, provoca cierta preocupación en la población y evidencia la necesidad de mejorar los procedimientos y la formación del personal involucrado. Es crucial prevenir que situaciones tan serias vuelvan a suceder y asegurar que la precisión en estos procedimientos sea primordial.