En el mundo actual, cada vez tenemos más prisas, cada vez vamos más acelerados, cada vez se nos exige estar a más nivel...
El sistema implantado hace que perdamos esa esencia, esa naturalidad, esa parte que es la que en definitiva nos hace ser más humanos.
Mi sensación es que ya no podemos disfrutar de las pequeñas cosas, de los detalles, no tenemos tiempo ni recursos para esos momentos que nos hacen felices. Y esto no debería ser así...
Últimamente intento salir a la calle con una sonrisa, e intentar decirle cosas bonitas a las personas que me rodean, intento abrazar más a mis seres queridos, no juzgar a nadie desde mis propios zapatos... Es algo que he hecho siempre, pero que creo que ahora más que nunca debería ser la norma general.
Bastante dura es la vida en todos los niveles, ya que siempre surgen problemas, prisas, movidas, conflictos, los cuales nos llevan a estar estresados, nerviosos, no poder descansar, malvivir... Por no hablar de que los sueldos que se ganan no ayudan a tener una calidad de vida medianamente aceptable.
Entonces ¿Por qué no tratamos de ser un poco más amables entre nosotros? ¿Por qué no damos más las gracias? ¿Por qué no sonreímos más y nos decimos las cosas bonitas?
Las personas somos energías, y si esas energías siempre son negativas, cargadas, malas, si siempre estamos de mal humor, desganados, etc. eso se contagia y se propaga, y al final todos nos sentimos peor, nos estresamos más, y estamos más enfermos...
Intentemos, pues, que el espíritu y la magia de la Navidad nos dure todo el año, que nos acordemos de decir las cosas bonitas y buenas, no sólo criticar y poner malas caras. Intentemos sonreír más, por favor, hagamos del mundo un lugar mejor, ya bastantes guerras y peleas hay, ¡Qué viva el amor!