Discriminación, de la EMT, conjuntamente con la residencia de la Bonanova, para con los residentes afectados. Veamos que pasaba antes de la pandemia.
Las personas mayores que queríamos ir a Palma, la EMT tenía cuatro salidas, por la mañana, y tres por la tarde. Con la pandemia, por lógica, se suspendieron todas ellas. En el mes de agosto de 2021, se retomaron algunas salidas, si bien la alegría duró poco, puesto que nos hemos quedado con una sola a las 9.35 ¡En todo el día!
Si queremos salir más tarde, debemos subir una cuesta a pie que, según algunos expertos, es prohibitiva por su elevada inclinación, y así coger otro autobús –que no sea el de las 9.35–. Ya se pueden imaginar lo que supone subir la susodicha cuesta, con el esfuerzo que ello conlleva, para una persona como yo, que tengo 86 años.
La EMT con criterios propios ha puesto unas líneas de autobuses nuevas. Una de ellas es la de los números 46/47 Génova, Cala Nova, lo cual me parece muy bien por las personas que viven en esta zona, pero al mismo tiempo ha anulado las salidas llegaban hasta a la residencia de la Bonanova, con lo cual estamos encerrados, sin poder salir de la Residencia.
¿De quién es la culpa? Pongo a su criterio la solución deseada. Una de las causas, según la propia residencia, es que con la llegada de los autobuses, pueden llegar personas no residentes a la cuales se les tiene que pedir el certificado negativo de la COVID, cosa por otra parte normal, ya que si al personal que no se ha querido vacuna se les exige PCR, ¿por qué no se hace lo mismo con los usuarios que bajen del autobús?