Hace un par de domingos, el locutor de una radio pública, en tono claramente laudatorio, afirmó: «A esta hora –eran las 13.00 horas– reina en Madrid el ruido de las motos de la marca…», nombre que yo omito.
Ese irresponsable locutor se pone a tono con los insolidarios que creen que les da prestigio hacer ruido con su moto (u otro vehículo). Sin duda, no les importa romper la tranquilidad de las miles de personas a las que con su embrutecedor estruendo perturban en su trabajo o descanso; tampoco el aún mayor daño que causan a la salud de los pequeños, a los enfermos y a los trabajadores nocturnos.
Todo eso en un país que ya, sin necesidad de irresponsables propagandistas, es de los más ruidosos y –quizá en parte por ello– de los más irritables del mundo. Los mismos políticos del país no nacen de los cactus.