Yo flipo

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Y no es por ningún efecto secundario de la COVID-19. Llevamos un año de pandemia y el que no corre vuela: obispos vacunándose los primeros para retrasar su vida eterna en el paraíso; infantas hacen turismo para colarse… Y políticos tránsfugas cambiando de siglas con tal de seguir chupando del bote.

¿Y si nos dejamos de trifulcas y acabamos de una vez con el problema más grave? ¿Que cuál es? No es Pedro Sánchez ni ‘El Coletas’; no es Bárcenas ni Ayuso, ni tan siquiera el auge de la ultraderecha, el independentismo o los negacionistas. El mayor problema se llama pandemia (y no es ningún ’plan’, que diría Victoria Abril).

Algunas propuestas en mente de todos llegan a oídos de políticos sordos, por ejemplo: 1/ Liberar las patentes de las vacunas. Los gobiernos sufragaron la investigación, por tanto, las farmacéuticas ya han obtenido suficientes beneficios (y si no, comprueben sus acciones en Bolsa).

2/ Vacunación masiva las 24 horas los siete días a la semana en todo tipo de espacios y locales municipales. ¿Falta personal? Contraten más.

3/ La obligatoriedad en la vacunación puede acarrear problemas legales, pero con el negacionista habrá que hacer igual que cuando un esquiador sufre un accidente fuera de pista: por ser imprudente, que pague los gastos derivados del accidente (rima y todo).

4/ Investigar prácticas en lobbys farmacéuticos. La vacuna debería llegar a todos los países por igual sin preferencias por ser el mejor postor.

Y un fuerte abrazo a la familia de Juanita, que echaba de menos mis cartas y nunca más podrá leerlas.