El 7 de abril murió otra perra en la perrera de Son Reus. Lo hizo en el quirófano mientras la estaban castrando, tenía 6 años y llevaba un año encerrada en la pequeña jaula. ¿Qué más da, verdad? es una más de tantas/ os que entran en Son Reus para morir. Que sepamos, últimamente son tres los canes que han muerto por descuidos de sus empleados o por las pésimas condiciones de la perrera. Algo no se está haciendo bien y eso es un clamor sostenido en el tiempo por parte de voluntarios que son los que luchan a diario para procurar bienestar a los animales, un bienestar del que debería encargarse el Govern, Ajuntament y Son Reus.
En el centro se encuentran perros en jaulas ocultas hasta pudrirse, sin que nadie los pueda ver, son animales abandonados que nadie reclamará, el dueño que allí los deja nunca más volverá a preocuparse por su destino.
No existen educadores ni etólogos que puedan acercarse y atreverse a conocer si es posible rehabilitarlo, es algo que no se contempla en esta perrera pagada por todos. Solo las autoridades competentes, autónomicas y municipales, así como el veterinario del centro, tienen la postestad de decidir si pasan al animal a jaulas públicas y permitir que haga su ejercicio diario, como manda la Ordenanza Municipal en tres de sus artículos.
El centro de Son Reus no tiene el equipamiento necesario por lo que no deberían realizar intervenciones de castración, es una miseria imperdonable y una falta de respeto hacia los animales.