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«A mí no me importa si ganamos la Liga o no porque sólo me interesa subir». La reflexión es del propietario Ingo Volckmann y suponía un dardo a la línea de flotación de los defensores de la doctrina Manix.

Con el técnico eibarrés, el Atlético Baleares encadenó dos alirones consecutivos... y dos decepciones en el playoff de ascenso. Esta campaña, con Jordi Roger en el banquillo, el ATB se aferra a un milagro para disputar la liguilla por subir a Segunda División.

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El punto amarrado en San Sebastián de los Reyes ante el líder -sellado con un gol de Vinicius Tanque en el tramo final- resulta insuficiente para las aspiraciones de un grupo que se encuentra a seis puntos de la tercera plaza a falta de solo cuatro partidos para concluir la primera fase.

Es decir, el ATB tiene que ganar prácticamente todo lo que queda y el Rayo Majadahonda dejarse puntos para aspirar al ascenso... Si mantiene su plaza actual a lo máximo que podría aspirar sería a disputar la Segunda B Pro el próximo curso, un paso atrás notable para un equipo campeón en las dos campañas precedentes.

Entre aplazamientos por coronavirus y por Filomena, el ATB nunca ha llegado a conectarse con la competición. Da la sensación de que la reacción puede llegar tarde. En unas semanas se despejará la incógnita y se decidirá el futuro de un grupo sin término medio: milagro o fracaso.