Volvieron a aportar todos, cada uno en su parcela, pero sumando. Ante un Clavijo anárquico, sostenido por acciones individuales y la buena mano de Carlos Martínez, el oficio de los hombres fuertes del vestuario apareció en el instante adecuado. El que dinamitó el partido entrado ya el parcial decisivo, para dejar sin capacidad de reacción a los riojanos.
Y eso que se repetía el guión. Sacó el rodillo de inicio el Iberostar, que doblaba en el electrónico a su rival al final del primer cuarto (26-13). Pero llegó de nuevo el bajón y un parcial de 3-14 que metió en el partido al Clavijo (29-27). Tocaba sufrir.
Oficio
Emergieron los centímetros de Zyle, las tablas de Huertas y la calidad de Fornas para mantener vivo al Iberostar en sus momentos más delicados. Al descanso, apenas dos puntos de renta (41-39) les separaban de un Clavijo que no se rendía.
El despegue llegó en el tercer cuarto. Joan Tomàs se unió a la fiesta y solo Cabot respondía en las filas rivales, pues Mockford y Huertas secaron a Coggins. Bajo la batuta de un magistral Bivià, se iba doce arriba el Iberostar (66-54) a falta de diez minutos. Y qué minutos. A ritmo de triples (cuatro seguidos, dos de Grossenbacher, uno de Medori y otro de Mockford) llegó el mazazo para el Clavijo (78-62).
Un 3+1 completado por Mockford y otro 2+1 de Bivià elevaron la máxima a 24 (88-64, a 3:57). La victoria era un hecho y buscó maquillar el naufragio el Clavijo, al que le ganó la partida un Iberostar que apeló al colectivo. Y así, sí que carbura.
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