Fiol, Giménez, Servera, Reynés, Coll y Alzamora, en la sede de Bonaire 18. | ARCHIVO UH

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El 18 de enero de 1993, justo hace un cuarto de siglo, el baloncesto balear vivía uno de los días más tristes de su dilatada historia. Veinticinco años han pasado desde que la gestora del Patronato decidiera iniciar la disolución al no poder hacer frente al presupuesto fijado para la temporada en curso (1992/93), fijado en 33.700.000 pesetas de entonces.

Fue el principio del fin para el proyecto mallorquín que más cerca ha estado de jugar en la Liga ACB. De hecho, meses atrás, el mazazo que supuso la eliminación en el playoff definitivo ante el Cáceres marcó un punto de inflexión en el devenir de la entidad, que pese a finiquitar su aventura en Primera División, mantuvo sus categorías de formación activas.

Las graves dificultades económicas forzaron esa dura decisión. Así, el domingo 24 de enero de 1993, el Patronato jugaba su último partido en Son Moix, perdiendo ante el Gran Canaria (88-99), siendo despedido el equipo con una gran ovación del público. La plantilla ya no viajó a San Sebastián para jugar frente al Askatuak y el 5 de febrero, la asamblea de socios ratificó la retirada del equipo, cerrando una etapa dorada para el baloncesto palmesano y mallorquín, que rozó el cielo.