Álex Abrines durante una visita a los participantes en su campus en Muro. | Teresa Ayuga

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El pasado mes de febrero los Oklahoma City Thunder anunciaban el final de su relación con Álex Abrines y desde entonces poco o nada se sabía de la situación que atravesaba el jugador mallorquín. Casi cinco meses después Álex Abrines se anima a contar lo que le sucedió y desvela alguna de las claves que le han llevado a permanecer alejado de las pistas y de los focos. Ahora asegura que se siente preparado después de haber superado su particular calvario en el que pensó en «tirar la toalla».

Un escueto «estoy bien» en un diálogo con un popular youtuber a finales de febrero había sido la única pista que había deslizado Abrines sobre su marcha de los Thunder, un adiós entre interrogantes que ahora en un emotivo vídeo compartido en las redes sociales explica buena parte de los problemas que le llevaron a «odiar» el baloncesto.

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La publicación en la red social Twitter consiste en una carta leída del jugador en primera persona al balón razonando lo que le sucedió. «La que me has liado. Tanto tiempo juntos y ahora me haces esto. Nos conocemos desde que no sabía ni caminar, años y años de una amistad inquebrantable, hasta que hace unos meses todo se rompió en mil pedazos porque empezaste a darme miedo, no te podía ni ver, incluso llegué a odiarte», explica.

Abrines asegura que jugar al baloncesto «era poco menos que una obligación» y que sólo «quería huir de ti y de todo lo que te rodea». Luchó contra la situación hasta que se vio contra las cuerdas. «Pedí ayuda a los míos y recurrí a los mejores profesionales para recuperar la felicidad que sentía cada vez que estábamos juntos, decidí decir basta, quería luchar por nuestra amistad y recuperar la sonrisa», comenta.

En cualquier caso, la mejor noticia es que Abrines, a pesar de todas las dificultades, concluye su primera aparición diciendo que está a punto para volver. «No ha sido fácil, he pensado en tirar la toalla y me he armado de valor para acabar con esta pesadilla y lo he conseguido. He recuperado la sonrisa, las ganas de verter y pasar una y mil horas juntos. Querido balón, he vuelto, soy yo, Álex, gracias por estar ahí siempre esperándome», concluye.