Thunder Law, showman de los Harlem Globetrotters, durante el espectáculo de este martes en Son Moix. | Pere Bota

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Baloncesto y magia volvieron a fundirse en un abrazo sobre el parquet del Palau de Son Moix. Los legendarios Harlem Globetrotters hipnotizaron a casi cuatro mil espectadores que abarrotaron las gradas para disfrutar de un espectáculo interactivo y único que durante dos horas mezcla música, bromas, acrobacias y un juego de dibujos animados. Una exhibición para niños y mayores que volvió a llenar de color y sonrisas una pista que en los últimos cinco años ya ha visitado en tres ocasiones.

El eterno equipo neoyorquino, que en 1926 cumplirá un siglo de vida, se detuvo en Palma para escenificar uno de los episodios de una gira que desde el viernes ha circulado por Tenerife, Barcelona, Valencia y Madrid y que, tras su parada en Mallorca, viajará este miércoles a A Coruña para continuar después, sin descanso, por Vitoria, Tarragona, Málaga y Sevilla. Diez días, diez ciudades.

Acompañados por su característico balón tricolor —azul, blanco y rojo— y con los Washington Generals ejerciendo como los villanos de la función, los Globetrotters empezaron a levantar al público desde el calentamiento. Empotrado entre las gradas, el base Speedy Artis, el más menudo de todo el plantel, mantenía la tensión intentando anotar desde la tribuna mientras algunos de sus compañeros tiraban de los clásicos malabares para caldear el ambiente y regular una temperatura que acabarían de subir del todo la música, los bailes de los protagonistas y Globie, la primera de las mascotas en dejarse ver por una fiesta a la que más tarde se sumaría su hermano mayor, Big G.

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Kayla Gabor, una de los dos mujeres del equipo, hace malabares con el balón durante el calentamiento. Foto: PERE BOTA

El partido ya empezaba acalorado. Los micros incorporados en las camisetas de algunos jugadores servían para que volaran los primeros dardos de un lado al otro de la cancha y para que Thunder Law, el showman del grupo, se presentara oficialmente ante un público en el que convivían bolsas de palomitas y palmeras gigantes con camisetas de LeBron James o Pau Gasol y escudos de múltiples clubes de la Isla. Thunder lo daba todo. Ya fuera sacando a bailar a alguna seguidora de la primera fila, provocando a los niños más próximos o quitándole el zapato a algún espectador despistado que para recuperarlo debía ganárselo en mitad de una pista en la que había otra marca clásica en los partidos de los de Harlem: la línea de cuatro puntos.

Dirigidos por el coach Al Clocker, los Globetrotters marcaron pronto el territorio ante los Generals. Los espectaculares mates de Prime Time Moore y Baller Moss, las volteretas de Flip White, las skills de Moose Weekes y Turbo Porter-Bunton o los triples encadenados de Kayla Gabor, una de las dos mujeres del equipo que presentaron en Palma —la otra era Ace Porter— inclinaron el marcador hacia una formación de leyenda que obsequió a los más pequeños con un espectáculo que seguro que no olvidarán en la vida. En su cabeza, como en la de todos los que algún día vibraron con ellos, los Globetrotters siempre serán eternos.