Mansour Gueye posa para este diario en Santa Ponsa | M. À. Cañellas

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El sueño de Mansour Gueye (Dakar, 1985) era el de muchos niños en su localidad natal: ser futbolista profesional. Pronto destacó jugando en las calles con un maltrecho balón rodeado de amigos. Su físico y buen menejo con la pelota despertaron el interés de decenas de cazatalentos que se patean el continente africano en busca de nuevas perlas que traer a Europa. A las 14 años, en 1999, abandonó a su familia y se marchó a Suiza después de ser reclutado por un ojeador del Servette.

Allí estuvo hasta que cumplió la mayoría de edad donde dio un paso más en lo que era una carrera prometedora. Hizo las maletas y se marchó al Auxerre francés, por aquel entonces en la máxima categoría del fútbol galo, donde firmó su primer contrato profesional. Su travesía por Francia solo duró un curso y sin demasiada fortuna pero ese mismo año su vida cambió.

Una estrella en Rumanía
Una llamada de Rumania, del Poli Timisoara de primera división, supuso su trampolín a la fama. En el club rumano tuvo sus mejores días como profesional, hasta tal punto de ser considerado un ídolo en la ciudad. Los vídeos en Youtube con sus mejores jugadas de aquella época cuentan con decenas de miles de visitas. En su primera campaña salvó al equipo del descenso con siete tantos en 18 partidos. En 101 encuentros en la máxima categoría defendiendo los colores del Timisoara anotó 24 goles.

En la cúspide de su trayectoria recibió el interés del gigante del fútbol rumano, el Steaua Bucarest. Mientras negociaba el contrato recibió una imposición del que iba a ser su presidente que echó para atrás la firma. Tenía que abandonar su religión y profesar el cristianismo, algo que no aceptó. Tras ese varapalo siguió defendiendo los colores del Poli Timisoara.

En 2008, poco después de debutar con la selección absoluta de Senegal, conoció la cara amarga del deporte rey. Una importante lesión de rodilla le impidió fichar con el Newcastle cuando tenía todo ya arreglado para marcharse a Inglaterra. Un nuevo revés profesional del que se tenía que levantar. Y lo hizo. Siguió en Rumanía intentando recuperar sensaciones tras una prolongada baja y en 2012 le tocó conocer un nuevo país, una nueva cultura y una nueva competición.

Europa League
Se marchó a Kazajistán para enrolarse en las filas del Ordabasy donde llegó a disputar la fase previa de la Europa League en la temporada 2012/2013. Anotó tres tantos en los cuatro envites que disputó el equipo kazajo en competición europea. Parecía que había vuelto por sus fueros. Allí estuvo dos cursos completos hasta que decidió regresar a Rumanía. Arabia Saudí y Bulgaria fueron sus últimas paradas hasta que el año pasado decidió decir basta harto de lesiones y colgar las botas.

Este pasado verano decidió visitar a su hermana que vive en Mallorca. Y su vida volvió a cambiar. Su sobrino, nacido en la Isla, decidió probar fortuna en el Sporting Santa Ponsa Talarrubias, club fundado en 2016 y que milita en Tercera Regional, después de no encontrar su sitio en el Santa Catalina Atlético. Su tío, que en principio venía a pasar unos días para visitar a la familia, quiso acompañarlo a un entreno. Pidió permiso para ejercitarse y su actual entrenador, Marcelo Scazziotta, no lo dudó ni un instante. Quería a Mansour en el equipo. Entre su sobrino y el presidente del club, Julián García, lo convencieron y aquí golea, en la última categoría del fútbol balear.

En seis partidos como titular en el presente curso ha perforado la portería rival en 17 ocasiones, diez de ellas en las dos últimas jornadas. Su intención es quedarse en la Isla y volver a intentar ser el jugador que deslumbró en Rumanía. Su nuevo club sabe que durará poco en Santa Ponça si sigue a este nivel pero de momento disfrutan de él. Mientras, Mansour vuelve a sentirse futbolista junto a su sobrino Abdoul y sus nuevos amigos.