El Real Madrid, aún pendiente de Robinho y con el argentino
Walter Samuel con las maletas a punto para incorporarse al Inter de
Milan, saltó más conectado al encuentro, con una marcha más, para
tratar de lavar la pobre imagen mostrada un par de días atrás ante
el Tokio Verdy. Wanderlei Luxemburgo, decidió no arriesgar y ni tan
siquiera convocó al centrocampista francés Zinedine Zidane.
La movilidad inicial del Madrid dio paso, sin embargo, al tedio
y el monólogo blanco en el control del balón, propiciado por la
tímida presión del Jubilo, con la línea defensiva muy avanzada,
animoso y técnico en el manejo del esférico, aunque estéril en la
creación ofensiva más allá del centro del campo.
En cambio, el pulso se alteró cuando un disparo cruzado desde la
frontal del área de Naruoka igualó (1-1) el marcador, en el minuto
23, para el Jubilo Iwata ante el gesto desesperado de un Iker
Casillas hasta el momento inédito.
Dos minutos más tarde una combinación de Raúl y Guti pudo
desnivelar, de nuevo, el partido, pero el balón del capitán del
Madrid y de la selección española se marchó muy cerca del poste
izquierdo, el mismo que tocó el penalti transformado, en el 27, por
el brasileño Ronaldo y cometido a él mismo.
El 1-2 fue el primer tanto de Ronaldo, aún lastrado por el
inicio de la pretemporada y un ligero sobrepeso. La renta blanca
pudo verse aumentada en una triangulación de Guti, Roberto Carlos y
el omnipresente Raúl, quien lanzó otra vez fuera por escaso margen
y fue, junto a Luis Figo -cuyo pase al Inter de Milán aún está en
el alero-, el mejor dentro de una actuación que mejoró en el
segundo periodo.
Sólo las internadas de Figo provocaron un aumento de pulsaciones
en el público y el espectador antes del final. Entonces, Ronaldo,
amonestado instantes antes por llevarse un balón con la mano, puso
la directa, ganó un par de cuerpos a la defensa nipona y colocó, en
el minuto 92, el 1-3.
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