Nacido en Ávila, el 21 de agosto de 1936, Rivilla hizo suyo el carril derecho del Atlético de Madrid durante una década triunfal (1958-1968) en la que conquistó una Liga (1965-66), la Recopa de Europa (1962) y tres Copas del Generalísimo (1960, 1961 y 1965) hasta completar 357 partidos con la camiseta rojiblanca, con la que firmó, además, siete goles. Formó, junto a Calleja y Griffa, un zaga que ha entrado en la historia grande del club.
De Ávila a la cima de Europa. El primer abulense internacional se ganó en su tierra el apodo de «El Galgo de La Toledana», cobró 25 pesetas de su primera prima con el Real Ávila, y de la mano de Fernando Daucik llegó al Atlético para reconvertirse de interior en lateral diestro, el mejor de España y uno de los más importantes del continente.
De hecho, participó en la jugada que certificó el primer gran éxito de la selección española; el gol de Marcelino en la Eurocopa de 1964, ante la URSS. Aquella jugada en la que, tras recibir el balón de Zoco en el centro del campo, se lo pasó Pereda para que éste, desde el extremo derecho, lanzase el pase que, rematado de cabeza por Marcelino, le dio a España su primer título continental.
Representante de la «Furia», ganador en 1961 del premio 'Patricio Arabolaza' del diario Marca al jugador con mejores dotes de «caballerosidad, furia y acometividad», Rivilla también disputó dos Mundiales (Chile 1962 e Inglaterra 1966)
Debutó con la selección el 10 de julio de 1960 con victoria ante Perú en Lima (1-3) y alcanzó 26 internacionalidades, marca que no fue superada por otro jugador rojiblanco hasta los años 90, cuando irrumpieron Manuel Sánchez Delgado, 'Manolo' (28), y Francisco Narváez, 'Kiko' (29).
Su despedida con el combinado nacional se produjo ante Irlanda, en un duelo emocionante disputado en el Parque de los Príncipes de París, en el que España consiguió la clasificación para el Mundial de Inglaterra de 1966 al vencer 1-0, con gol de otro rojiblanco, Armando Ufarte.
Su despedida del Atlético el 17 de septiembre de 1969, un año después de su retirada, trajo a un Manzanares repleto (50.000 espectadores) al Santos de Pelé. Rivilla jugó sus últimos ocho minutos con el Atlético, hasta que fue sustituido por Melo, y la ovación cuando enfilaba el túnel de vestuarios fue atronadora. Antes había recibido la medalla de plata al mérito deportivo y la insignia de oro y brillantes del Atlético de Madrid.
Ligado siempre al club, Feliciano Rivilla fue presidente de la Asociación de Veteranos desde su creación en 1999 hasta 2008, cuando Adelardo Rodríguez recogió el testigo.
«Con la marcha de Feliciano Rivilla la familia atlética pierde a otro de los símbolos que lo dieron todo por este club dentro y fuera del terreno de juego. Desde el club, el presidente, consejero delegado y nuestro consejo muestran su más sincero pésame a toda la familia de Feliciano Rivilla», ha publicado el club en su página web.
3 comentarios
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Perdón, la emoción me ha podido. Buen viaje, Rivilla.
Qué gran defensa derecho, Rivilla. Además, fue, junto con el recientemente fallecido, Sanchis y su compañero de equipo, Isacio Calleja, de los primeros laterales que subieron la banda (carrileros). Otro cromo más de mi infancia que se me va. Buen viaje, Calleja.
Formó parte de un Mítico At de Madrid....D.E.P.