Paco Jémez, de 48 años, vuelve al banquillo del Rayo Vallecano tras su marcha en junio de 2016, cuando el equipo descendió a Segunda tras cuatro temporadas en la máxima categoría con él al frente.
Como entrenador del equipo vallecano, Paco Jémez logró tres permanencias, una de ellas con un histórico octavo puesto en la Liga 2012/2013, pero su salida del club fue demasiado traumática con un descenso que incluyó críticas de la afición hacía la actitud de algunos jugadores en la parte final del último campeonato.
Tras salir del Rayo, el entrenador canario fichó por el Granada en junio de ese 2016, club del que fue destituido en la sexta jornada tras sumar solo dos puntos de dieciocho posibles.
Dos meses después de ser destituido en el Granada, Paco Jémez fichó por el Cruz Azul mexicano, al que clasificó para la fase final del Torneo Apertura 2017 después de que el equipo no lo lograra los tres años anteriores. Fue eliminado en cuartos por el América y el 27 de noviembre de 2017 rescindió su contrato.
Solo un mes después, el 21 de diciembre de 2017, inició su segunda etapa al frente de la Unión Deportiva Las Palmas. Cogió al equipo canario como colista y no pudo lograr la permanencia. A final de temporada, con el descenso a Segunda, no siguió en el club amarillo.
Como entrenador del Rayo, entre 2012 y 2016, Paco Jémez se sentó en el banquillo en 164 ocasiones. Es el tercer técnico que más partidos oficiales ha dirigido al equipo madrileño. Por delante de él solo están el uruguayo Héctor Núñez con 176 y Pepe Mel con 169.
Críticas de las peñas
Siete peñas del Rayo Vallecano (Bukaneros, Beodos, Mala Vida, Discapacitados, La Franja de Loeches, La Franja Vallecana y Peña El Ascenso) han emitido un comunicado este miércoles en el que critican la destitución de Míchel y la llegada de Paco Jémez, al que achacan «meteduras de pata y faltas de respeto hacía la masa social» del club.
Los aficionados que componen estas peñas, algunas muy numerosas, manifiestan que las decisiones de la directiva hacen que el Rayo «pierda esa esencia que tanto engancha» y convierte a la entidad en «un club más, sin identidad propia».
«Míchel se marcha con la cabeza bien alta. Aceptó sentarse en el banquillo cuando vinieron mal dadas, cuando caminábamos hacía Segunda B. La lealtad y gratitud forman parte de esos valores rayistas que un día nos inculcaron y una vez demostramos que, a diferencia de mucha gente de nuestro club, tenemos memoria», confiesan.
«La memoria nos hace mirar con desagrado a la persona que va a ocupar nuestro banquillo, y no lo hacemos por su currículum deportivo, con tres descensos en los últimos tres clubes que ha entrenado en nuestra Liga, sino por sus meteduras de pata y faltas de respeto hacía la masa social del Rayo», declaran.
Estos aficionados del Rayo dicen dar «importancia a los sentimientos en el campo» alejados de «mercenarios» y declaran que esos sentimientos son «tan importantes o más que el resultado de un partido» porque quieren verse «representados por su equipo».
Las siete peñas recuerdan también en su comunicado que «quien se fue a Segunda con la cabeza alta fue la afición del Rayo mientras él prefirió abandonar el barco».
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