El Tottenham marcha séptimo en la Premier League a cinco puntos de los cuatro primeros puestos. Mourinho, que cobra unos 20 millones por temporada, llegó al Tottenham en noviembre de 2019, firmando un contrato que le ligaría a los londinenses hasta 2023.
Con el fracaso de José Mourinho en el Tottenham Hotspur, donde no ha podido ni completar una sola temporada entera, se marchan muchas de las opciones del portugués de seguir entrenando en la élite de Inglaterra, tras su paso previo por el Chelsea, en dos etapas, y el Manchester United.
Su llegada al norte de Londres, en sustitución de un Mauricio Pochettino al que se le acabó el ciclo en White Hart Lane, marcó un reinicio para Mourinho, que bajaba un escalón, de Chelsea y Manchester United, para unirse a un proyecto en auge que había alcanzado la final de la Champions unos meses antes, e intentar lavar su imagen tras el viaje de Old Trafford.
Porque Mourinho no salió bien ni del Chelsea, donde rozaba las posiciones de descenso en 2015 cuando fue despedido, ni del United, enfrentado con la plantilla y fuera de las posiciones de Champions League.
Y tampoco lo hace de un Tottenham donde paulatinamente perdió el apoyo de la plantilla al criticar su actitud en partidos como la vuelta de la Europa League contra el Dinamo de Zagreb, que les levantó un 2-0. «Parece que no se lo tomaron en serio», reveló Mourinho, atacando al núcleo de sus jugadores como ya hizo en el pasado en el Real Madrid, el Chelsea o el United. «Fue contra nosotros», dijo Pogba recientemente en una entrevista con Sky Sports, recordando la etapa de Mou en el conjunto de Mánchester.
Y es que han sido también frecuentes las críticas al portugués por su libreto caduco, por ser incapaz de crear soluciones en el campo cuando Harry Kane no ha estado o cuando Gareth Bale o Heung-min Son no le podían sacar las castañas del fuego.
Ni siquiera cuando el equipo fue líder de la Premier, en un corto periodo de tiempo en diciembre, convencían. Ganar a cualquier precio fue la máxima de un equipo que no hacía disfrutar al aficionado y que tenía a adelantarse pronto en el marcador para echarse atrás y defender minutos después. El partido que el West Ham les remontó desde 3-0 abajo es el ejemplo más claro del declive del método Mourinho.
El Tottenham salió a muchos partidos como el Real Madrid del 2010-2013 o el United del 2016-2018, como si no fuera un grande, acogotado atrás, a la espera de un error o un balón parada. Aguantar para llegar vivo a los minutos finales y dar un paso adelante. Así se le marcharon los partidos contra el Liverpool, Chelsea, Manchester City, Arsenal y Manchester United.
Solo la Copa de la Liga era el rayo de esperanza de Mourinho, que podría alzarse como el salvador al recoger el primer título para los 'Spurs' en 13 años, desde que lo lograra Juande Ramos. Pero Daniel Levy no le ha permitido tener ese gusto, le ha fulminado cinco días antes de que se midiera al Manchester City de Pep Guardiola en Wembley.
Mourinho se marcha con el equipo séptimo, a cinco puntos del objetivo de estar entre los cuatro primeros de la Premier, eliminados en la Europa League y en la FA Cup y con el único gusto de una Copa de la Liga en la que no serán favoritos contra el City. Encima, su despido coincide con la creación de la nueva Superliga, complicando una futura presencia del técnico luso en la competición.
5 comentarios
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@Cock&Roi: Exacto, matará el deporte, y exactamente igual pasa con el neoliberalismo en la sociedad, porque es injusto e insultante que los ricos quieran más y más mientras los de abajo ven mermadas sus opciones de alquilar una casa, comprarla, estudiar, pagar medicamentos... es muy sencillo de entender. Las políticas que está defendiendo la derecha actualmente en el mundo son UN DISPARATE: paraísos fiscales, "medio" paraísos fiscales como quiere seguir siendo Madrid o es Irlanda... que destrozan a los demás, esto es INTOLERABLE, debe haber igualdad de impuestos por todo. Las ingenierías fiscales las usan los ricos, no mi hermana que es autónoma humilde, y ya está bien de pagar más que Amazon o Netflix!! todo para que ellos acaben devorando a los débiles USANDO SUS PRIVILEGIOS. Y nosotros detrás, riéndoles la gracia y dándoles más y más poder económico. Esto explotará por muchos frentes si no paramos pronto a los neoliberales. Al tiempo.
Que algú miri la normativa de fitxatges i la normativa salarial de la NBA, i encara es mes millorable, pero deixa clar una cosa que ha de prevaler a l'esport, començar de forma igualitària i que el beneficiat sigui el mes dèbil i cap amunt. La resta molts de mamarratxos que defensen les seves butxaques
Por cosas como esta los clubs se ven "abocados" a crear superligas en una carrera de endeudamiento hacia delante porque a más partidos más plantilla y más contratos interestelares. Sino se ponen topes la pasta fuera de lógica matará al deporte.
Harto del neoliberalismo en todas sus formas. Esto es un insulto al ser humano, estas cantidades de dinero son una vergüenza. Ahora unos pocos clubes se quieren hacer los reyes del mambo con la Superliga para poder ganar más pasta y seguir pagando estos finiquitos y estos salarios insultantes... ya está bien, tenemos que despertar! Basta ya de 4 gatos enriqueciéndose más y más en cada ámbito de nuestras vidas y los demás más pobres o más castigados (como ahora estarán los clubes medios y bajos: Sevilla, Valencia, Mallorca...). Se ríen en nuestra cara y nosotros les reímos las gracias. Así nos va votando partidos neoliberales y siguiendo todos el camino que nos marcan sus políticas y sus directrices.
Este entrenador gamberro ha terminado adquiriendo más fama por lo que se ha enriquecido con sus ceses que por los éxitos deportivos de cuantos equipos ha entrenado. Cobra cuando ficha, cuando entrena y cuando lo cesan. Ficha por 5 años y cuando lleva dos hay que echarle por rendimiento cero de los equipos y enseguida exige el resto del contrato y para quedar bien suele descontar un porcentajillo del tres ó cuatro por cien para que se pueda justificar la directiva que le echa. Y hasta el siguiente fichaje, que vuelve a cobrar por entrar, por entrenar y otra vez por salir. Tiene más cara que un saco de perras gordas.