En uno de los días más calurosos del año, las terrazas de la Platja de Palma se convirtieron desde primera hora de la tarde en el punto de encuentro de los aficionados germanos, quienes tras una jornada de playa optaron por la cerveza para refrescarse y rebajar la temperatura del partido que cerraba en Múnich la quinta jornada de la Eurocopa. Un partidazo en mayúsculas que servía para completar la parrilla del grupo F, el de la muerte, que cuando se puso a rodar el balón ya dominaba la Portugal de Cristiano Ronaldo.
Ataviados con los clásicos colores de la selección germana (o las de algunos de sus clubes más característicos) entre litros cervezas y tratando de mantener la distancia de seguridad, los turistas alemanes que veranean estos días en Mallorca acudieron al reclamo de la pantalla aunque no pudieron disfrutar del debut soñado por parte de los de Joachim Low. Sí lo hicieron los pocos franceses que encontraron acomodo entre la colonia alemana a la hora del encuentro. Jugando en inferioridad y en terreno enemigo, se lo acabaron pasando en grande.
El gol en propia puerta de Hummels, a los veinte minutos, aplacó los ánimos de los alemanes, que se vieron por detrás en el marcador durante casi todo el encuentro. Los pases de Pogba, la calidad de Benzema y la velocidad de Mbappé fueron una tortura constante para los aficionados, que tras el partido y con más cerveza en la mano, empezaban a hacer cuentas pensando ya en los próximos compromisos de su país.
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