No hay mejor homenaje a una leyenda eterna como Pelé que el gol. Y no podía llevar otra firma que la de un brasileño, Rodrygo, el que lo firmase sobre un césped en mal estado. Magia en el recorte para marcharse de dos rivales y una definición magistral con la rosca a la escuadra en un tanto que sacó al Real Madrid del apuro ante el modesto Cacereño que tuteó al grande.
No es fruto de la casualidad el caminar del Real Madrid en la Copa del Rey. Su última conquista en 2014 muestra que la considera una competición de menor importancia. Y el cambio de formato, con la visita a equipos que viven su gran día, en eliminatorias a partido único, castigan la forma de encararlas. Sin apenas titulares, en Cáceres evitó el descrédito por una acción individual de Rodrygo tras una primera parte que no recordará durante mucho tiempo.
El Cacereño, de Segunda RFEF, rebajó la abismal distancia entre plantillas a base de ilusión. Compitiendo por cada balón. Con la valentía del que nada tiene que perder. Presión alta, la intensidad que faltó en los madridistas, dominador del balón ante un Real Madrid que fue incapaz de trenzar jugadas. Solo Dani Ceballos intentaba conectar con el tridente ofensivo. Solo él chutó a puerta, blando y lejano en el prime acto.
El 'sí, se puede' de la grada en un día para la historia del Cacereño, envalentonó a sus jugadores. El césped irregular no favorecía al grande, menos aún la actitud de algunos jugadores para los que el encuentro era un trago amargo. El regreso de Eden Hazard a la titularidad se instaló en la intrascendencia. Apenas los intentos de Marco Asensio, alguna acción de calidad en el regate de Rodrygo. Insuficiente para el premio del gol.
Un Real Madrid remolón y confiado, esperando que al rival le pasase factura el esfuerzo, dejó correr el tiempo. Los arreones locales no inquietaron en exceso a Lunin que tapó un disparo escorado de David Grande pasada la media hora y estuvo firme en los centros laterales y el balón parado. Con ocho titulares en casa, poco tenía Ancelotti en el banquillo para buscar la reacción. Tiró de Fede Valverde por Tchouaméni, que tenía el riesgo de jugar con amarilla. También de Rudiger, mientras Odriozola aguantó 50 minutos en su primer partido de la temporada hasta que un problema muscular le apartó del partido.
Hazard extendía su indolencia, sin mejorar ningún ataque cuando el Real Madrid dio un paso obligado al frente, dejando la sensación que el hambre de canteranos como Sergio Arribas aportaría más. Una actuación que pone en duda si merece el protagonismo que Ancelotti auguró para la segunda parte de la temporada. Avisó Asensio a la hora de partido con un latigazo de zurda y terminó de despertar el Real Madrid con la gran acción individual de Rodrygo. Se fue de dos con un recorte preciso, colocó el cuerpo para impactar el esférico de derecha y poner en la escuadra su disparo. Una obra de arte a la altura de Pelé, a quien dedicó el gol con tres saltos en la celebración con mensaje.
El Real Madrid encontró el premio cuando bajó al barro y comenzó a luchar en cada acción. Con el premio del gol ya no sintió peligro. El Cacereño había dado todo lo que tenía con nobleza y no le quedaba más para hacer realidad la proeza. Los de Ancelotti superaron con lo mínimo uno de esos días poco atractivos para jugar bien al fútbol.
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Bastante hicieron ganando y sin lesionados en un patatal.