El técnico de la selección española de fútbol, Luis de la Fuente, durante el entrenamiento del combinado español en Donaueschingen. | J.J.Guillen

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Hasta los más incrédulos, aquellos que infravaloraban como técnico a Luis de la Fuente por su falta de experiencia en la élite, ya se rinden ante la mano del seleccionador en una España que enamora por su buen fútbol. El cumpleaños más feliz del riojano, el 63, llega con el reconocimiento a su labor del mundo del fútbol. Decisiones acertadas en una Eurocopa que le encumbra. La España de Luis de la Fuente devuelve la ilusión e invita a soñar con lo máximo a un país que vivía momentos de desconexión con su selección. Y lo hace a base de talento, de un fútbol eléctrico, aumentando la verticalidad y enterrando la posesión abrumadora, dando paso a jóvenes talentos e imponiendo un físico que golpeó con crudeza a Croacia y que atropelló a Italia, pese a la falta de acierto en la definición.

Desde la final de Kiev, aquella exhibición para el recuerdo en la Eurocopa 2012, con un 4-0 a Italia que hasta provocó la petición de Iker Casillas de levantar el pie por respeto al rival y al colegiado de pitar el final cuando se cumplió el minuto 90, no se recordaba una España que enamorase con su fútbol sin fisuras como lo hizo en Gelsenkirchen.

El 21 de junio de 2024 quedará como una de esas fechas, pese al corto resultado y a que el tanto llegase en propia puerta, que será recordada cuando se citen las grandes actuaciones de España en una fase final de un gran torneo. Se sumará al 3-0 de semifinales a Rusia en la Eurocopa 2008 con Luis Aragonés al mando o a aquella final de Kiev con Vicente del Bosque dirigiendo la mejor orquesta que jamás tuvo el fútbol español, los "marcianos" como los definió Álvaro Morata cuando intenta mirar en el espejo a la actual generación que comparte los mismos anhelos.

En la historia reciente de la selección española no hubo una exhibición de superioridad igual en la fase final de un gran torneo. Más allá del 7-0 a Costa Rica con Luis Enrique en el último Mundial, con mayor desigualdad en el duelo, sin el estatus que tiene lo protagonizado por De la Fuente ante Italia en un clásico del fútbol europeo.

Es cierto que España siempre compitió. También que protagonizó sonoros batacazos como ante Rusia y Marruecos en los últimos Mundiales. Y la imagen del éxito en la continua renovación que ha protagonizado la Roja en sus futbolistas es su actual seleccionador, Luis de la Fuente. Y no lo tuvo fácil desde que fue el elegido por Luis Rubiales para ocupar el sitio de Luis Enrique.

Perseguido en sus inicios por un nombre, Sergio Ramos, en cada una de sus convocatorias. Cuestionada su capacidad tras un batacazo en la fase de clasificación a la Eurocopa, en Escocia, por rotar en exceso y no encontrar la respuesta esperada en sus suplentes. Señalado con el dedo por el aplauso a Rubiales cuando anunció que no dimitiría tras lo ocurrido en la celebración del primer Mundial femenino conquistado por España. Culpable de la decisión de Brahim Díaz de jugar con Marruecos por no darle el cariño necesario o haberle llamado antes.

Ni la conquista de un título once años después, la Liga de Naciones, sirvió para quitar la sospecha de la duda sobre la figura De la Fuente y al fin lo ha conseguido en un torneo que coloca a cada uno en su sitio. Con apuestas claras que ha convertido en grandes victorias. Como esperar hasta el final a Pedri, con sitio reservado por muchas lesiones que frustrasen cada posibilidad de llamada desde que llegó al cargo.

Impulsando el crecimiento natural de Rodri Hernández como el nuevo líder del vestuario y en el campo, tras jugar de central con Luis Enrique el último Mundial cuando ya estaba por encima de Sergio Busquets en dimensión y momento futbolístico. Por la manera de gestionar con fe ciega en Álvaro Morata los momentos de desconfianza del capitán, que encuentra en la selección su guarida para volver a sentirse importante.

Pero sobre todo por el retoque al estilo apostando por dos extremos puros que cambian el concepto base, Nico Williams, con libertad para regatear siempre, hasta en trece ocasiones ante Italia marcando el récord de la actual Eurocopa, y Lamine Yamal, con 16 años, el futbolista que hasta asume el lanzamiento del balón parado cuando no desafía rivales con su velocidad y habilidad en el regate. Paso libre al talento sin importar la edad.

Y por llevar a la absoluta la misma importancia que tuvieron en equipos suyos en las categorías inferiores jugadores como Marc Cucurella, al que nadie veía titular por delante de Alejandro Grimaldo y hasta se cuestionaba su presencia en lugar de Miguel Gutiérrez por su gran curso en el Girona, y dar galones a Fabián antes que Mikel Merino. Encontrando una respuesta que entremezcla el físico con el talento de un 'todocampista' en estado de gracia.

"No hay nadie mejor que nosotros". De la Fuente estaba eufórico tras la exhibición futbolística ante Italia. Aún más que el día del estreno frente a Croacia. Triunfos de equipo, la palabra en la que tanto insiste sin egos en el vestuario, pero también triunfos personales que reivindican la figura de un técnico que se ha ganado el reconocimiento a su labor a pulso. Ocurra lo que ocurra en el camino de los cruces, España vuelve a soñar en grande con su selección.