Răzvan Marin de Rumanía tras marcar un gol durante un partido.

TW
0

Dañada por la derrota contra Austria, con tres goles en contra un año después, inmersa en un proceso rápido de recomposición en los últimos días, con «palabras duras y necesarias» en sus charlas internas, Países Bajos y Ronald Koeman afrontan una segunda oportunidad, aún viva, incluso favorita, en su duelo de este martes contra Rumanía en los octavos de final de la Eurocopa 2024 en Leipzig.

Hace una semana, todo eran dudas para el conjunto neerlandés. Doblegado por Austria, relegado a la tercera plaza, decepcionante y decepcionado por su propia actuación, el técnico y los jugadores abrieron un 'gabinete de crisis' en su concentración en Wolfsburgo, con diversas conversaciones para hacer autocrítica, asumirla y resurgir hacia adelante.

«Se ha hablado mucho, con palabras duras, por supuesto. Son necesarias. Hemos hablado mucho, pero lo mantenemos en privado. Hemos visto imágenes del partido. Han ocurrido algunas cosas. Ahora es el momento de demostrarlo realmente dentro del campo. Es lo más importante», tomó la palabra el pasado viernes Virgil Van Dijk, el capitán, peso pesado del vestuario. Dos días después fue Memphis Depay, con suma ascendencia en el equipo.

Aparcada la crisis, la visión es hoy distinta. Desde la concentración neerlandesa se habla de unión, de un objetivo común, de las posibilidades que aún conserva para transformar su incierto inicio del torneo (la victoria por 1-2 contra Polonia, el empate sin goles contra Francia y la derrota por 2-3 contra Austria) en un impulso para las eliminatorias decisivas.

Ha renacido el equipo, cuyo cuadro es una invitación a la convicción. Más allá de Rumanía, si consigue superarla, aparecen Austria o Turquía. Y, más allá, ya en semifinales, Inglaterra o Suiza.
Por el otro lado, compiten España, Alemania, Portugal, Francia, Bélgica... Pero todo pasa por el reencuentro del equipo con una competitividad indispensable para avanzar.

Advertida está Países Bajos, entre el entusiasmo de Rumanía, cuya celebración, impaciente, en la banda, de la clasificación para los octavos de final da la envergadura de todo lo que significa para la selección y el fútbol rumano. No juega unas eliminatorias de una gran competición desde la edición del año 2000 del torneo continental, cuando se pasaba directamente de la fase de grupos a cuartos de final, donde fue doblegada 2-0 por Italia.

24 años después de aquel momento de Bogdan Stelea, Miodrag Belodedici, Cristian Chivu, Constantine Galca, Dorinel Munteanu, Adrian Mutu o Gica Hagi, está de nuevo frente a la historia, con todo el merecimiento que implica su incontestable triunfo contra Ucrania en la primera jornada; nada más el segundo en sus 19 encuentros en esta competición, consciente de que aún está muy lejos de aquella generación de futbolistas.

Tan solo ha ganado una vez en sus catorce enfrentamientos contra Países Bajos, en octubre de 2007 por 1-0. Ha perdido diez de sus duelos, los cuatro últimos de forma consecutiva, y ha empatado otros tres. El conjunto neerlandés marcó 29 goles... Y Rumanía tan solo tres.

Otro reto para el conjunto de Edward Iordanescu, que ha compactado un bloque firme en defensa y que se despliega hacia el ataque con Nicolae Stanciu, Dennis Man o Razvan Marin.

Memphis Depay es indiscutible en el once de Ronald Koeman, como también Cody Gakpo, su mejor goleador en este torneo, con dos tantos. A Xavi Simons, suplente contra Austria, tras dos titularidades y por debajo de las expectativas en el primer y segundo choque, también se le espera en el once. El pasado martes sustituyó a la media hora a Joey Veerman, cambiado en el minuto 36 por el técnico, entre su desafortunado partido.