Los jugadores de España en un entrenamiento de esta semana. | J.J. Guillén

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El mérito de la actual generación de futbolistas españoles, competir alejados de la presión, ganar goleando un cruce como hace doce años no ocurría, asciende a los cuartos de final, pico insuperable por muchas décadas hasta que la generación de oro la derribó en la tanda de penaltis de Viena que dejó las paradas de Iker Casillas a Italia para la eternidad.

La confianza con la que compite España en el presente tiene sus pilares en un pasado en el que derribó muros. Los cuartos de final, esa barrera que frenó a la España de Javier Clemente en 1996 en Wembley, en la tanda de penaltis, y con la que volvió a topar cuatro años después, en 2000, derrotada por Francia en Brujas, se saltó para siempre en la noche mágica del Ernst Happel. Las paradas repletas de intuición de Iker. El gol en el primer penalti como profesional de Cesc Fábregas.

Los cuartos, el muro derribado por la generación de oro
Iker Casillas lideró aquella tanda de penaltis ante Italia.

Un momento clave en la historia del fútbol español que lo cambió todo. Desató el poderío de un grupo de jugadores ganadores en la base que repitieron en la élite, con la sabiduría al mando de Luis Aragonés y la definición de un estilo adaptado a un grupo que marcó una etapa en la historia del fútbol con un estilo definido que nadie pudo frenar durante cuatro años. De la Eurocopa 2008 en Austria y Suiza a la de 2012 en Polonia y Ucrania pasando entre medias por el Mundial de Sudáfrica 2010.

Aquel empate ante Italia con sabor a uno de los mejores triunfos posibles encadenó en el torneo europeo con un 2-0 a Francia que despejó cualquier atisbo de duda. Del grupo se avanzaba directamente a cuartos de final y en el Donbass Arena de Donetsk España regresó a la contundencia con un doblete de Xabi Alonso y selló el pasaporte a semifinales. Un testarazo al pase picado de Jordi Alba a los 19 minutos y un penalti en el añadido, saldaba unas cuantas deudas pendientes del pasado.

Sin referentes

España no volvió a pisar el terreno de cuartos de final en una Eurocopa hasta 2021, en San Petesburgo, en un torneo que fue de menos a más tras dos empates en Sevilla repletos de frustración, desatándose con una goleada a Eslovaquia, entrelazando momentos de gran fútbol y pegada para remontar con graves errores y debilidad ante Croacia, en un partido ganado que tuvo que sentenciar en la prórroga.

Hasta los penaltis tuvo que llegar ante Suiza tras confiarse con el tempranero tanto en propia puerta de Zakaria y ser empatado por Shaqiri. Un duelo duro, repleto de exigencia, que se decidió desde el punto de penalti. Salió cara en la moneda. Cuatro días después, cruz con toda injusticia para frenar en Wembley a España en su mejor partido, ante una Italia que se proclamaría campeona.

De esos cuartos disputados hace tres años, uno más tarde en la Eurocopa de la pandemia, siguen en la selección Unai Simón, Aymeric Laporte, Pedri, Ferran Torres, Álvaro Morata, Rodri, Dani Olmo y Oyarzabal. Todos participaron aquel 2 de julio de 2021 ante Suiza y saben lo que es superar lo que hace décadas fue un muro.

Una ronda que se creó como a día de hoy se disputa en la Eurocopa de Inglaterra 1996, cuando el travesaño al disparo potente de Fernando Hierro y la parada de David Seaman al lanzamiento de Miguel Ángel Nadal, castigó a una España que volaba alto.

Una decepción repetida cuatro años después cuando en un duelo igualado Raúl González falló una pena máxima que habría enviado a la prórroga el partido ante la Francia de Zinedine Zidane. Autor de un gol de falta, igualado de penalti por Gaizka Mendieta, antes de que Djorkaeff firmase la que es última eliminación de España en cuartos de final de una Eurocopa. Han pasado 24 años. Nico Williams y Lamine Yamal, grandes sensaciones en Alemania 2024, no habían nacido.