Nacho Baltasar Summers, junto a una pancarta dedicada a su clasificación olímpica en el Club Nàutic de Sa Ràpita. | Pilar Pellicer

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El debut de la revolucionaria clase iQFoil -que toma el relevo del RS:X y es una modalidad del windsurf- llevará consigo el esperado estreno olímpico de un regatista que promete y ha roto todos los moldes a lo largo de los últimos meses para dar a España su plaza en los Juegos de París 2024. Nacho Baltasar Summers (Palma, 2004) hará historia para el Club Náutic de Sa Ràpita, donde ya se cuentan los días que faltan para el final del próximo mes de julio, cuando en aguas del campo de regatas de Marsella -escenario de las pruebas de vela- se vea en acción a una de las grandes esperanzas de la vela nacional.

Ha heredado genética ganadora de su madre, Silvia Summers, quien fuera campeona del mundo de 420. Pero desprende, por encima de todo, frescura, ilusión y ambición de cara a una cita que se le presenta en el horizonte y culminará una campaña iniciada como Sub 19 en 2021 de la mano de José Mayans y con Bernat Tomàs (CN Arenal) como compañero de entrenamiento y rival de altura «que me ha ayudado a crecer en el día a día» y en la puja por esa plaza olímpica que certificó en el Mundial de La Haya (Países Bajos), siendo ratificada como nominal para Baltasar por parte de la Real Federación Española de Vela.

«Todavía no me lo creo... aunque cada día que pasa soy un poco más consciente de ello», asegura Nacho desde el Club Nàutic de Sa Ràpita, donde vive su día a día junto a Miki Bover, director deportivo de la entidad y persona que le conoce desde aquellos inicios, cómo no, en el Optimist. Ahí anduvo de los 5 a los 14 años, aunque con tres ya sabía lo que era en windsurf y en su adolescencia fue creciendo en la clase Techno 293.

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Nacho Baltasar, en el Club Nàutic de Sa Ràpita. Foto: Pilar Pellicer

Valora especialmente contar «con casi un año de preparación y tiempo para poder entrenar», algo atípico para Nacho «porque siempre vamos competición a competición, sin apenas margen», recordando que el año pasado «hacía el circuito Sub 16 y Sub 21, con dos tablas diferentes y calendarios paralelos, además de estudiar (segundo de Bachillerato)». Ahora, ha aparcado provisionalmente su formación en INEF para focalizar sus esfuerzos en la preparación olímpica.

En Marsella se encuentra a gusto, y así lo demostró en el Test Event previo a París 2024, donde pujó con los mejores. «He ido bastantes veces a competir, me gusta bastante pues es parecido a Mallorca, el viento es inestable y eso me beneficia», asegura, a la vez que pone en valor «la experiencia y la base del Optimist a la hora de tomar decisiones rápidas».

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No renuncia a nada. Ni a ocupar un cajón en el podio en el debutante iQFoil. «Voy con hambre de medalla y lo daré todo por ello. Pero lo primero que quiero es disfrutar de los Juegos Olímpicos, es una experiencia para toda la vida», confiesa, a la par que traza su plan de ruta. «Me he puesto dos objetivos: llegar preparado a tope y acabar mi participación habiéndolo dado todo. Después, ya veremos el resultado», explica Nacho, quien pese a su juventud -19 años- no mira más allá del próximo año ni piensa en una segunda oportunidad en Los Ángeles 2028. «Sé que puedo seguir compitiendo a alto nivel y llegar a los siguientes Juegos, pero nunca sabes cuándo llegas a tu pico de rendimiento. Y puede que sea con 19 años. Por eso, voy a hacerlo lo mejor que sepa y pueda porque puede ser una oportunidad única en la vida», añade.

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El regatista, posando durante el encuentro con Última Hora. Foto: Pilar Pellicer

Sabe abstraerse y manejar la presión externa, algo que va con estas nuevas generaciones «que no tenemos miedo, venimos con ganas, fuertes y tenemos medios para prepararnos», agradeciendo al estamento federativo y su club el apoyo brindado para alcanzar esta meta, en la que compartirá protagonismo dentro de la cuota balear con Paula Barceló (CN Arenal, 49erFX), clara favorita a las medallas junto a Támara Echegoyen tras ser cuarta en Tokio.

Para Campos, Sa Ràpita y su club, Nacho Baltasar hará historia en aguas de Marsella. Pero el protagonista de esta vertiginosa travesía hacia los Juegos se muestra tranquilo y confiado. «Insisto, voy a vivir la experiencia, aprender, competir... y si sale bien, quién sabe si volveremos con una medalla», refiere relajado el mallorquín 'volador' que representará a España en la clase iQFoil en los Juegos Olímpicos de París, de cuya ceremonia inagural confía en participar.

La nueva iQFOiL es una modalidad del windsurf que se diferencia del RS:X, el anterior formato olímpico hasta Tokio 2020, en que la orza abatible se sustituye por un foil o alerones. Así, la tabla parece volar gracias al uso de los hidroplanos que están situados en la parte inferior, y que permiten elevarla por completo fuera del agua cuando alcanza velocidad de planeo. Esta tecnología posibilita no solo que el deporte sea más espectacular, sino que los deportistas vayan más rápido.

El foiling es también silencioso y se puede manejar con mayor suavidad, por lo que no es tan exigente a nivel físico, aunque sí que se necesita una mayor concentración para mantener el equilibrio y alcanzar velocidades más elevadas. Nada más empezar la carrera, el iQFOiL puede alcanzar los 25 kilómetros por hora, mientras que el RS:X empieza a unos 5 kilómetros por hora.

En París 2024, Nacho Baltasar recogerá el testigo sobre su tabla voladora de Eduardo Bellini (Los Ángeles 1984), Asier Fernández de Bobadilla (Barcelona 1992) y el formenterense Mateo Sanz (Río 2016 y Tokio 2020), que compitió bajo bandera suiza en el adiós olímpico del RS:X.