La de Adrián Abadía (Palma, 2002) no ha sido una travesía fácil. Llegar a los Juegos Olímpicos de París ha sido la culminación de un camino lleno de obstáculos, pero también una prueba de fe. De su abuela, la que le acompañó desde el primer día a saltos; de su madre, siempre empujando. Y su entrenador, un italiano que llegó hace muchos años a Mallorca con un plan, un proyecto que ha consumado casi un cuarto de siglo después de ser también olímpico por su país en Sydney 2000.
SALTOS
Adrián y Donald: el final soñado a un largo y duro camino
El primer saltador olímpico balear y su entrenador logran la meta de estar en los Juegos y con opciones de medalla tras años de lucha y perseguir un sueño
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