Rafael Nadal, durante el partido de dobles de cuartos de final en París 2024. | DANIEL IRUNGU

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El discurso de Rafael Nadal minutos después de caer en cuartos de final del torneo de dobles de los Juegos junto a Carlos Alcaraz tenía un tono indiscutible de despedida. Sólo él sabe el momento en el que será definitiva, pero el escenario claro es que era su adiós al escenario olímpico -el único confirmado-, y sus lágrimas al dejar la Philippe Chatrier, una pista de lo que parece será un punto de no retorno -en partido oficial- a ese lugar de París en el que ha reinado hasta en catorce ocasiones. «Se ha terminado este ciclo», sentenciaba el mallorquín para abrir ese paréntesis necesario en lo personal y profesional.

La derrota ante los estadounidenses Krajicek y Ram, unida a la de 48 horas antes en el cuadro individual frente a Djokovic finiquitó un objetivo y un sueño común de todo un país: ver al tenista con una medalla al cuello, de oro preferiblemente, y más en compañía de su heredero natural. El fenómeno 'Nadalcaraz' ha quedado como una bonita experiencia, una imagen para la historia. Y se ha quedado a dos victorias de conseguir su meta. «No he dicho que e despida de París. Pero es posible que me haya despedido», apostillaba dejando un porcentaje de esperanzas en el aire.

Desde este punto, se abre un periodo de reflexión en el que Nadal tiene la última palabra, aunque siempre tendrá presente la opinión de quienes le rodean. «Para mí se ha terminado una etapa. Me había marcado hasta los Juegos Olímpicos como objetivo cuando empecé el año. Se ha terminado este ciclo y voy a volver a casa, desconectar y, en frío, cuando tenga claro cuál es mi siguiente etapa, con una raqueta en la mano o sin ella, os lo haré saber».Estas palabras dejaban claro que ahora toca meditar si vale la pena o no. En el horizonte, sólo confirmada la Laver Cup, en septiembre, en Berlín y de la mano de su amigo Roger Federer. Antes, o después, todo son interrogantes que únicamente el de Manacor tiene la potestad para despejar.

«Cuando tenga claras mis motivaciones, ganas lo haré saber o, si no tengo esas motivaciones o ganas y no siento la capacidad de seguir, tomaré otro camino», añadió un Nadal que junto a su familia regresa a Mallorca para desconectar y sopesar muchas cosas antes de anunciar un final que todos ven, pero al que le falta día y hora para ser comunicado por quien se ha ganado durante cerca de dos décadas el derecho a tomar la senda que prefiera. O bien si cambia muchos guiones y se da otra oportunidad. Pero motivaciones como los Juegos ya no le quedan en el horizonte más próximo.