Imagen del Stade de France, el estadio de Saint Denis. | F.F.

TW
0

Esto se acaba. Y se nota en el ambiente. Cada vez hay menos competiciones, el cansancio pasa factura y muchos trayectos se convierten en silencios infinitos, que delatan que estamos en reserva ya. Vamos camino de las tres semanas por París y a los Juegos les restan dos días, aunque realmente para los deportistas de Baleares, todo acabará pasadas las siete de la tarde de este sábado. Albert Torres en la Madison bajará la persiana a la participación más numerosa, la que ha reunido a más mujeres, pero también la que no ha podido alcanzar o superar el listón (6 medallas) de Río.

Han sido más de dos semanas en las que hemos regresado 19 años después a Roland Garros; pisado el estadio de Saint Denis o el Parque de los Príncipes, los míticos Arenas de Bercy y La Defense y el velódromo de Saint Quentin-en-Yvelines. Fuimos al fútbol a Nantes, también al baloncesto a Lille y un percance ferroviario nos impidió bajar hasta Marsella para ver a nuestros regatistas. Como de costumbre, el piragüismo nos obsequió con madrugones aderezados con excursiones en RER, tren y bus, aunque por fortuna, hubo momentos para disfrutar de la compañía de la Torre Eiffel esperando a Mavi García en Trocadero, donde apareció de la nada Rafael Nadal para encender la noche del chaparrón inaugural en el que, por segunda vez en la historia, un mallorquín fue abanderado español: Marcus Cooper Walz. Y lo que queda por contar... ¿Se puede pedir más?