El nadador mallorquín Joan Lluís Pons, en la plaza de la Constitució de Sóller. | Pilar Pellicer

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Fue la gran sorpresa, la revelación en la piscina en Río 2016, pero el paso del tiempo ha demostrado que no fue fruto de la casualidad. Joanllu Pons (Sóller, 1996) ha firmado un ciclo olímpico en el que ha ido alcanzando metas y demostrando que puede pelear con los mejores en los 400 metros estilos. Apoyado por su club (Sant Andreu), bajo la batuta de Jordi Jou en la dirección técnica y en el día de día escoltado por nadadoras de primer nivel internacional como Jessica Vall y Lidón Muñoz, el solleric ya centra sus miras en un objetivo claro y que supone «una motivación día sí y día también para lanzarse al agua».

Con la mínima para Tokio 2020 en su distancia de referencia certificada y pendiente de ratificación en los nacionales Open de primavera, Pons quiere demostrar que los buenos resultados de los últimos años no son fruto de la casualidad. Medallista continental, cuarto en el último Mundial y diploma olímpico, es a día de hoy uno de los exponentes del equipo español. Firme en su línea crítica contra la forma de actuar de la Federación, los resultados y su constancia son su mejor aval y su carta de presentación como firme opción para soñar con algo grande en suelo japonés. «Soñar es gratis, pero la ilusión que tengo es enorme, llevo años preparándome y la tranquilidad que te proporciona tener la mínima con ocho meses de adelanto se agradece. Es algo en lo que hemos avanzado», recuerda Pons durante su encuentro con Ultima Hora en la Plaça Constitució de su Sóller natal, donde no para de recibir felicitaciones y muestras de ánimo de vecinos y amigos en unos días que apura para cargar pilas junto a sus más allegados.

El plusmarquista nacional de 400 estilos (4:13.30, Gwangju 2019) agradece el ambiente en su grupo de trabajo «porque todos tenemos esa motivación y eso ayuda a mantener ese nivel en los entrenamientos», asegura Pons, feliz por poner nadar en 4:15 (4:15.74) en Amsterdam, la primera de las pruebas marcadas por la Federación Española como selectivas y clasificatorias para los Juegos de Tokio 2020. «Era un reto para mí en unas fechas poco habituales, pero el esfuerzo valía la pena», añade.

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Estos poco más de tres años de preparación del reto olímpico que se avecinan hacen que valgan más la pena. «Unos Juegos es lo que más ilusión te hace, y más cuando has vivido esa experiencia con anterioridad», confiesa el nadador internacional mallorquín, quien incide en la «dificultad» de «mantener el nivel en una prueba como los 400 estilos, en la que pasan tantas cosas, y más cuando tienes eliminatorias y después finales», explica Joanllu, quien recuerda que «incluso para los mejores del mundo resulta una prueba difícil».

Los resultados alcanzados durante este ciclo suponen que más miradas estén pendientes del rendimiento de Joanllu Pons. Gestionar esa nueva situación será clave una vez allí. «Hay gente que entrena igual o más que yo y debemos saber gestionar todo lo que nos rodea. Para mí, ser cuarto del mundo no debe ser una presión extra. Tener los pies en el suelo es otro objetivo, porque habrá doce personas que lucharán por estar en la final, y yo intentaré ser mejor que ellos. Hay que trabajar física y mentalmente», asegura. «La preparación la enfocamos para estar con los mejores para plantarme en la final y luchar por todo», continúa.

Cierra Joan Lluís Pons un 2019 que define claramente como «el año en el que más he disfrutado de ser nadador. En la parte de entrenamiento y de la competición», asegura con la tranquilidad del trabajo bien hecho y la consecución del objetivo trazado, que pasaba por obtener la mínima olímpica con el margen suficiente como para preparar «con tranquilidad y metódicamente» los Juegos.

Y recuerda, agradeciendo a la vez el trabajo de su club, el Sant Andreu, que se presenta un año 2020 «motivante» y en el que quiere «seguir estando a gusto como lo estoy ahora. Así, vendrán los resultados o será más fácil conseguirlos», advierte el finalista olímpico en 400 estilos en Río 2016. Una meta que pretende «igualar cuanto menos» el próximo verano en Tokio, donde no descarta doblar presencia y quiere consagrarse.