Imagen de archivo de Jorge Lorenzo en la temporada de su primer título en 2006. | Efe

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El 29 de octubre de 2006 se escribía la primera página de un libro que pocos imaginaban que iba a ser tan extenso y plagado de emociones fuertes. Aquel día, en Cheste, Jorge Lorenzo daba al motociclismo balear su primer título mundial. Era en los extintos 250 centímetros cúbicos y a lomos de una Aprilia. Poco más de dieciséis años después, en el mismo escenario, Augusto Fernández ha cerrado -por ahora- un círculo de gloria que ha colocado a Mallorca en el epicentro del deporte de las dos ruedas.

En una Isla sin una gran instalación de referencia se han celebrado hasta nueve títulos mundiales en estos dieciséis años de gloria, los que separan 2006 de 2022. O, lo que es lo mismo, los Mundiales de Lorenzo y Augusto, que en su día coincidían en la pista de Son Hugo y ahora lo hacen en los libros de historia del motociclismo. Hasta cuatro pilotos diferentes han sumado esa cifra de nueve títulos en dieciséis años. Y lo han hecho en todas las categorías: desde MotoGP hasta Moto3, pasando por aquellos 250 centímetros cúbicos.

El camino lo abrió Jorge Lorenzo aquel 2006 con el primero de sus cinco títulos, dos de 250 (2006 y 2007) y los tres de MotoGP (2010, 2012 y 2015) que le convierten en leyenda, siendo además el primer español en unir su nombre a la Torre de los Campeones bajo la denominación de MotoGP. Aquel 29 de octubre de 2006, siendo cuarto en Cheste le permitió superar a Andrea Dovizioso para cambiar el 48 por el 1 un año después, repitiendo título en 2007 con una carrera de margen y coronándose en Malasia, de nuevo con Dovizioso como adversario.

Era la antesala de su ascenso a MotoGP, cilindrada a la que llegó en 2008 para ganar su primer Gran Premio en Portugal y dejar claro que quería hacer algo grande. Lo consiguió un 10 de octubre de 2010, en Sepang otra vez y con la Yamaha que le acompañó en sus momentos de gloria. Con tres carreras por disputarse y récord de puntuación (383), Lorenzo relevaba a Crivillé en la máxima categoría, pero era el primer español rey de MotoGP, mostrando la senda a Marc Márquez y su paisano Joan Mir.

Dos años después, en 2012, entonces en Phillip Island (Australia) y con Dani Pedrosa como rival, Lorenzo dobló su reinado para asentarse entre los más grandes en los albores de la irrupcion de Marc Márquez, con quien peleó hasta Valencia el título de 2013, decantado a favor del de Cervera, con Jorge a apenas 4 puntos de una tercera corona que tuvo que esperar tres años. Y que llegó tras una de las carreras más tensas que se recuerdan.

El desenlace del Mundial 2015 de MotoGP lo marcó la 'patada' de Valentino Rossi a Marc Márquez en Sepang. Y la sanción del italiano, tenso por la remontada de un Lorenzo que firmó una segunda mitad de Mundial para enmarcar. Relegado al fondo de la parrilla y desde la 'pole', Lorenzo firmó en Cheste una victoria que valía su tercer Mundial (2010, 2012 y 2015). Ya era tricampeón entre los más grandes.

Aquel 2015 hizo acto de presencia fugaz un joven valor del motociclismo mallorquín. Joan Mir volaba a toda velocidad hacia Australia para estrenarse en Phillip Island. En 2016 disputó su primer Mundial completo en Moto3 y supo ya lo que era ganar. La de 2017 fue su temporada: 10 victorias y 13 podios le permitieron ser campeón en la pista en la que debutó. Y ganando.

Ahí no quedó la cosa. Meses después de que Lorenzo dijera adiós, compartiendo parrilla de MotoGP con Mir tras un breve paso por Moto2, Joan fue el más regular y listo en el año de la pandemia, un 2020 en el que, con una victoria y siete podios lograba ser campeón del mundo de MotoGP con una carrera de margen y a lomos de Suzuki, una marca que recuperaba peso de su mano. Tras Crivillé, Lorenzo y Marc Márquez llegaba Joan Mir para sumar su segunda corona (2017 y 2020), la séptima para Mallorca. Pero no la última.

Porque 2022 iba a reservarnos un desenlace inimaginable: dos mallorquines en lo más alto. Faltó la guinda de MotoGP, pero Izan Guevara en Moto3 y Augusto Fernández en Moto2 cerraron este cuarteto de lujo que completan Lorenzo y Mir para elevar a nueve una colección que define la edad de oro del motociclismo balear.