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2 HÉRCULES: Belman (1), Barbero (3), Baroja (0), Dacosta (2), Palomino (1), Espejo (1), Luna (2) (Djukanovic, minuto 74), Paquito (1) (Morales, minuto 45), Alex Pascual (1) (Gómez, minuto 54), Osterc (2) y Stankovic (0).

1 MALLORCA B: Leo Franco (1), Porto (2), Ivo (1) (Alyson, minuto 77), Potenzoni (1), Braña (1) (Valerón, minuto 60), Luque (2), Maldonado(3), Diego Tristán (2), Vaqueriza (1), Ramón (2) y Àlvaro Cámara (0).

ÀRBITRO: Rodríguez Martel (Colegio Las Palmas). (1). Regular actuación. Amonestó con la cartulina amarilla a los locales Luna y Palomino y al bermellón Braña.
GOLES:
Minuto 8, falta que bota Dacosta, Luna toca de cabeza y Osterc marca, 1-0.
Minuto 29, Dacosta saca un córner y Luna se adelanta a Leo Franco en el primer palo, 2-0.
Minuto 48, Luque cede a Maldonado en el área y el andaluz empalma a la red, 2-1.
LO MEJOR: El tridente ofensivo y la aportación de Maldonado
LO PEOR: Los errores en defensa y la falta de un referente en el centro del campo

XISCO CRUZ, ENVIADO ESPECIAL A ALICANTE
El Mallorca B recuperó su definición en Alicante. Nando Pons apostó por jugar al descaro, por irritar de salida la pizarra de Periko Alonso y por amedrentar las previsiones del técnico alicantino. Cambió de diseño, formó con tres hombres en punta y devolvió al filial todo su contenido: este equipo está ideado para el ascenso, pero también para divertir y jugar de forma alegre. Y lo consiguió, aunque sus lastimosas heridas en defensa siguen sin cicatrizar (2-1).

Pero nadie marchó del Rico Pérez frunciendo el ceño, porque los locales se aferraron al marcador y los visitantes al gusto por el balompié en estado puro. Nadie duda en reconocer que el conjunto balear realizó ayer uno de los mejores partidos que se le recuerdan, porque, entre otras cosas, siempre miró hacia arriba y afrontó el choque de cara.

Tristán ejerció en el enganche y robó protagonismo a Cámara. Alimentó con certeza a Luque y a Ramón y entre los tres despertaron a una grada que se había acostumbrado en exceso al juego sin criterio. Sin embargo, en el decálogo del filial también hay espacio para el lapsus. Todo buen segundo equipo sufre lagunas en defensa y comete errores infantiles.

Así, el primer gol fue una improvisada y absurda jugada de estrategia. Dicen que Periko Alonso no acostumbra a ensayar jugadas a balón parado y el gol local fue, simplemente, el fruto de una combinación de recursos. Dacosta golpeó, Luna colocó desde el segundo palo el balón al polo opuesto y Osterc empujó a la red (minuto 8).

Pero el equipo balear, lejos de acusar el golpe y la jugada de billar que les mantenía por debajo en el simultáneo, tomó cuerpo. Luque castigó las piernas de Barbero "un ex mallorquinista que ascensió al equipo y que se medía ahora a la segunda plantilla" y en nueve minutos inventó dos jugadas de peligro.

El filial tocó con criterio y verticalidad en la zona ancha, impuso la ley del balón raso y corto en las cercanías del área y confió el gol a una genialidad individual. En una de esas combinaciones al filo del descanso, Alberto Luque metió un esférico con veneno en el interior del área grande y Maldonado, de fuerte disparo raso, avivó el partido (minuto 48). Era el tiempo de prolongación y el tiempo para empezar a soñar.

Los últimos minutos se convertían en un asedio sobre la meta levantina y una agonía para la grada. Balones muertos en el área, despejes sin sentido, esféricos precipitados desde las bandas y mucho peligro. Pero un filial es así, cuando mejor juega, suele perder. Sin embargo, cumple la premisa esencial: divertir. Ayer, fue el mejor filial.