Menorca se ha convertido en la isla del tesoro, en territorio de
sueños y designios de construcción de un edificio sólido diseñado
para alcanzar el cielo del baloncesto nacional: ACB. Con una
bandeja de Patri Reynés ha finalizado la transición de La Salle
Mahón a Menorca Bàsquet, sin traumas, sin sistemas, simplemente con
personalidad y magia, algo que ha conseguido aportar José Luis
Oliete desde la banda. El de Zaragoza ha confeccionado en Maó un
catálogo del buen gusto basado en el descaro, en una pizarra
moderna, ágil y sin borrones.
Oliete sigue puliendo el milagro. Después de un año guiñando el
ojo a la enfermería, superar la traumática marcha de Tomás Jofresa
y prescindir de Soce Faye, el técnico del Menorca Bàsquet ha
logrado imbuir a su equipo en una dinámica ganadora que está por
encima de los elementos que saltan a la pista. Con una rotación tan
corta como efectiva, ha convertido a Dani Alvarez, Patri Reynés,
Sergi Grimau, Steve Turner y Russ Millard en un quinteto
temible.
Millard se ha encargado desde su llegada de colorear el gris
juego interior del Menorca Bàsquet. Su versatilidad le convierte en
la principal referencia en la pintura y en un extraordinario
complemento exterior. Aporta puntos, rebotes y juego colectivo,
algo que agradece Steve Turner. El norteamericano explota todos sus
recursos en defensa y su intimidación libera de tareas más oscuras
a Millard. Espectacular y rápido de movimientos.
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